Largas fueron las conversaciones que ha sostenido la Alcaldía Municipal de La Paz con empresarios y choferes del servicio de minibuses, colectivos, taxis y otros sistemas de transporte público, pero, en todo caso, ha olvidado un servicio importante como es el de radiotaxis. Los conductores de este sector, generalmente organizados en empresas, prácticamente dictan sus propias reglas e imponen condiciones de servicio que la población debe soportar porque ninguna autoridad se preocupa del caso.
Son muchas las líneas de radiotaxis que funcionan en la ciudad y están distribuidas por barrios; pero empresarios y choferes obran conforme a caprichos e intereses creados porque nadie regula o reglamenta su trabajo, menos se exige que los vehículos cuenten con la comodidad y limpieza necesarias, tampoco se pide que los choferes tengan condiciones mínimas de higiene personal para evitar malos olores. Es un servicio que cobra conforme a caprichos y hay casos en que se exige al pasajero montos tan excesivos que se equiparan fácilmente a lo que se cobra por un viaje a Oruro.
Tarifas habidas hasta hace cinco años, han sido duplicadas y hasta triplicadas; en muchos casos y conforme a las distancias, los montos que se cobraba han subido hasta cuatro veces más. Muchos de los choferes de automotores se niegan a hacer traslados a zonas algo alejadas del centro de la ciudad y, si lo hacen, condicionan al pago previo. Muchos choferes tratan mal a los pasajeros y no tienen consideración alguna con ancianos y niños.
La Alcaldía Municipal debería estudiar estos casos y no quedar con la política del “dejar hacer y dejar pasar”; es decir, permitir que empresarios y choferes de radio-taxis obren arbitrariamente cobrando montos excesivos que resultan exacciones a los pasajeros que por necesidad se ven obligados a ocuparlos. Si hay regulación para otros servicios de transporte público, con mayor razón tiene que haber para el servicio de radio-taxis.
Actualmente, con miras a implantar modalidades y tarifas definitivas, la Alcaldía estaría en vísperas de entablar nuevas conversaciones con el sector de transporte público; pero será importante que se tome en cuenta a los radio-taxis que no deben actuar con inmunidad e impunidad en detrimento de la población y haciendo caso omiso de reglas elementales de consideración y respeto que merece el público. Permitir la anarquía en estos servicios que son vitales para la población es, simplemente, reconocer que se ha perdido totalmente el principio de autoridad y, mucho más, desconocer los derechos del pueblo en cuyo servicio han sido creados los sistemas de transporte público de pasajeros.
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