Del Panchatandra: Libro I, Cuento XXII
Cierto rey tenía un mono tan cariñoso y cuidadoso de la persona de su amo, que ni siquiera en su dormitorio le prohibía la entrada, llegando a poner en él excesiva confianza.
Un día que mientras dormía el rey le hacía viento el mono con un abanico que había traído, se paró una mosca encima del pecho de aquél. Tantas veces cuantas huía aventada por el abanico, volvía al punto a ponerse en el mismo sitio.
Irritado entonces el estúpido del mono y llevado de su natural aturdimiento, agarró un sable de agudo filo y soltó un golpe sobre la mosca. La mosca volando se fue; pero el rey, con el pecho dividido por el agudo filo del sable, se murió.
Por esto el hombre que desee larga vida procure no mantener a ningún criado estúpido.
ANTOLOGÍA DE FÁBULAS de A. Calderón.
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