Claudia Brihuega Ortiz
La contaminación lumínica introduce luz no natural durante la noche, impacta en el medioambiente, afecta a la salud de las personas y complica la observación astronómica. El gasto económico en la Unión Europea se aproxima a los 6.300 millones de euros anuales, según datos de la investigación de la Universidad Complutense de Madrid.
El proyecto Cities at night de la Universidad Complutense de Madrid en colaboración con científicos del Cégep de Sherbrooke, en Canadá, recoge 130.000 fotografías tomadas desde la Estación Espacial Internacional. Las imágenes y las mediciones de luz emitida muestran los países con mayor contaminación lumínica.
“Valencia es la ciudad más brillante de Europa en cuanto a intensidad por metro cuadrado”, señala Alejandro Sánchez, investigador del proyecto. Es relevante en las mediciones la diferencia en tecnología lumínica. El país más contaminante es Estados Unidos, Las Vegas es la ciudad más brillante del mundo como muestran las imágenes tomadas por la NASA.
Los ciclos de reproducción y de alimentación de los animales, tanto diurnos como nocturnos, se modifican debido a la exposición continuada a la luz artificial. Algunas aves marinas, desorientadas por los deslumbramientos durante la noche, cambian la trayectoria de sus vuelos. Muchos polluelos caen al mar incapaces de resistir la travesía.
Los árboles toman oxígeno y expulsan dióxido de carbono durante la noche, este proceso de respiración puede invertirse y la fotosíntesis verse alterada a causa de la exposición a la luz.
Los patrones de sueño de las personas pueden llegar a sufrir alteraciones como el insomnio, provocar estrés o ansiedad.
El halo de luz proyectado hacia el cielo afecta a la observación científica. Nuria Sanz, directora y representante de la UNESCO en México, destaca la importancia de preservar “cielos oscuros a partir de normas, educación y urbanismo que impulsen la investigación astronómica”.
El alumbrado público es responsable de entre el 40 y 60% de la contaminación. El cambio de las bombillas utilizadas en el sistema de alumbrado podría reducir las emisiones y el coste energético.
Las bombillas de LED tienen una duración aproximada de 70.000 horas, pueden llegar a durar 50 años. No emiten ningún elemento tóxico, a diferencia de las bombillas de bajo consumo que contienen un pequeño porcentaje de mercurio.
Los últimos estudios realizados por Philips demuestran que el uso de LEDs y OLEDs podría contribuir a la mejora de la eficiencia y reducir los costes energéticos…
La autora es periodista.
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