El referéndum realizado el pasado 21 de febrero, al margen de lo que haya significado en el aspecto de rechazo o aprobación de cambios al Art. 168 de la Constitución Política del Estado, tuvo la cualidad de despertar a la juventud del país que ha intervenido activamente en todo el proceso. Es juventud que, en cada posición, ha visto la conveniencia de ser parte de lo que significa el ejercicio de la democracia, como son los procesos electorales o los referendos.
Los jóvenes, contrariamente a lo que ocurrió hasta pasados procesos electorales, han sido parte sustantiva del proceso porque han visto la urgencia de que ellos, presente y futuro del país, tengan parte activa en la política, en la economía, en los procesos culturales, etc. con miras a conseguir el desarrollo armónico y sostenido del país. Se trata de una fuerza -la mayor del país- que cuenta con las inquietudes, la vocación, la decisión, el coraje y las energías para estudiar, examinar, investigar la situación del Estado, sus necesidades y urgencias, sus debilidades y posibilidades; es una juventud que sabe diferenciar perfectamente lo que conviene a la nación y así se demostró últimamente.
Grupos interesados pensarán posiblemente que “el uso de Internet y otros instrumentos de comunicación de las redes sociales, son los que han dado lugar a la intervención de la juventud”. Falso criterio porque hay que convenir, especialmente cuando se charla con la juventud en universidades, instituciones y ciudades, que si bien las redes sociales los intercomunica y les permite conocerse y hasta comprenderse mejor, resultan, en las actuales circunstancias, un apoyo, una ayuda, un medio comunicativo que permite mayor confianza e intimidad; pero lo real es que se despierta en toda la juventud una conciencia de país y una vocación por hacer algo, intervenir en lo que sea necesario y no ser, simplemente, juventud pasiva que todo lo ve con indiferencia y hasta nomeimportismo. “Los tiempos han cambiado, las posiciones también y, el sentido de país mucho más”, sostienen varios de ellos.
Será preciso que estos signos de despertar se traduzcan ahora con mayor estudio, mejor preparación en todo lo que se refiere al país y efectivamente surjan líderes que sustituyan de alguna manera, a los caudillos existentes en política, porque las experiencias enseñan que no hay líderes en el país y solo hay caudillos por más que algunos políticos se las den de líderes cuando les falta mucho para alcanzar esa categoría.
El país, más que nunca, precisa de su juventud; pero una juventud que se identifique plenamente con su país, que tenga en cuenta que ella no sólo es bien presente sino futuro porque ese mañana es de ellos y son ellos los que tienen que responder a las exigencias que se presenten. No cabría que nuestra juventud tenga sólo entusiasmos de circunstancias, deben tenerlos potencialmente tomando conciencia de que son ellos los que conseguirán lo que sus mayores no lograron.
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