Crisis social y política en Brasil
• La oposición ha calificado al nuevo dignatario como un “presidente en la sombra”
El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva aceptó ayer al final asumir un “superministerio” en el Gobierno de Dilma Rousseff, que lo blindará ante el proceso Lavajato (lavacoches), liderado por el juez Sergio Moro, que investiga la trama de corrupción de Petrobras. Fue posesionado como Ministro de la Presidencia, por lo que sólo podrá ser juzgado en la Corte Suprema, donde la mayoría de los jueces fueron designados por él y su actual sucesora en el mando de país. De este modo, Lula sale de la sombra del juez Moro, que lo estaba cercando y corría el riesgo de ser encarcelado en cualquier momento.
INVESTIGACIÓN
El expresidente es investigado por su supuesta propiedad de dos inmuebles de lujo, uno en la playa y otro en el campo, que no están a su nombre, pero que se presume que son suyos.
A pesar que buena parte de los jueces fueron nombrados durante los trece años en el poder del Partido de los Trabajadores (PT), muchos han sido implacables. Joaquim Barbosa fue nombrado por Lula y es conocido como el juez que llevó a líderes históricos del PT a prisión. La decisión de la Corte Suprema, por lo tanto, no será necesariamente favorable a Lula, pero el exmandatario gana un tiempo precioso.
En ese escenario, la explicación de que asume el nuevo cargo por razones políticas y para salvarle la piel a su compañera de filas “amenazada con una moción de censura” no convence ni a la opinión pública ni a los analistas. Y mucho menos a la oposición, que ve en la maniobra un reconocimiento de culpa por parte de Lula. Varios líderes de la oposición presentaron una serie de demandas judiciales contra Rousseff y su nombramiento a favor de Lula.
VALORAN REGRESO
Dirigentes del PT y de los partidos aliados del oficialismo valoraron, en cambio, la vuelta de Lula para dar aliento al gobierno de Rousseff, ahora contra las cuerdas y a punto de ser destituida en procesos en marcha en el Congreso y en el Tribunal Electoral. Este último puede anular la votación que la llevó al poder.
Más tarde, el exmandatario brasileño Lula da Silva, acosado por sospechas de corrupción, asumió el Ministerio de la Presidencia, la cartera más importante del gabinete de Dilma Rousseff, con el objetivo de atajar la crisis de gobernabilidad.
Esta cartera le otorgará a Lula una gran influencia, pues desde ella podrá tener voz y voto en todas las decisiones de su sucesora, tanto en materia política como económica, y le convertirá en el principal interlocutor del Gobierno con el Parlamento.
Debido a esta acumulación de funciones, la oposición ha calificado a Lula como un “presidente en la sombra” que llega para reemplazar a una Rousseff, que presuntamente “abdicó” de su cargo y puso fin a su segundo mandato.
Por otro lado, el Tribunal Supremo de Brasil estableció ayer de manera definitiva la forma en que deberá realizarse el trámite para un posible juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, que podrá ser retomado cuando lo determine el Congreso.
Por su parte, la Cámara de Diputados anunció que retomará hoy el trámite para un eventual juicio político contra la presidenta brasileña, que está acorralada por una creciente crisis política y escándalos recurrentes. (ABC.es y EFE)
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