La vigencia de la doctrina comunista y socialista ha llegado a su fin, después de más de siglo y medio en el mundo, desde que hizo su aparición anunciando la salvación de los pobres y humildes, de la clase trabajadora para que a través de sus organismos sindicales vislumbre con optimismo un mejor porvenir.
Indudablemente, este movimiento internacional tuvo repercusión en América Latina, por las condiciones de vida muy difíciles para la población de ese tiempo. Y es que aun en sus albores, el capitalismo sentaba su predominio, sojuzgando a grupos contrarios a sus designios. Como respuesta fueron apareciendo entidades contrarias y gobiernos populistas que creían dar una respuesta de mejores condiciones de vida en América del Sur, foco de movimientos de izquierda o socialistas, que cundió como una marea o una moda, que llamaba la atención de los países de esta parte del mundo.
En Brasil, el país más grande, apareció el partido de los trabajadores, teniendo como líder a un dirigente que emergió del seno mismo del sindicalismo y conocido como Lula, cuyo paso por la presidencia es ahora discutido y se detecta corrupción, como en el caso de fondos dados por Petrobas para su elección. Acabado su periodo presidencial, auspició la candidatura de la brasileña Dilma Rousseff, quien también es acusada de corrupción y malos manejos financieros, por lo cual el pueblo brasileño exige su renuncia.
En Venezuela, que inició su gobierno populista con el difunto ex-presidente Hugo Chávez, ahora el presidente Nicolás Maduro tiene los días contados, por haber perdido elecciones parlamentarias, perdiendo su mayoría en el Congreso nacional. Como actualmente los venezolanos atraviesan por una situación económica difícil, piden la dimisión de su primer mandatario.
Uruguay tuvo un gobierno populista con el presidente José Mujica, que fue reemplazado con un gobierno de tendencia centro derechista.
En Argentina hubo un cambio espectacular, que conmovió los cimientos del populismo, porque después de más de medio siglo, desde el peronismo populista, nunca se había dado un cambio inesperado, que desplazó a la presidenta Cristina Fernández, que no esperaba semejante revés político, cuando fue derrotado su partido, por una agrupación liderada por el actual presidente argentino Mauricio Macri, de tendencia de derecha. Esta victoria política dejó absortos a los peronistas, que con sus camisas blancas personificaban a las clases populares y sus famosas Abuelas de Mayo eran símbolo de la resistencia popular durante las dictaduras.
En Chile, la presidenta izquierdista no convence a los círculos de derecha, ni a las fuerzas armadas de grande peso en ese país, con un criterio conservador de derecha.
Cuba, país socialista, no deja su brazo a torcer, porque después de medio siglo continúa sin dar margen a procesos democráticos y mantiene presos políticos, en contra de principios de la democracia. Por esta situación, el embargo es posible que no sea levantado, porque no se puede amparar una dictadura socialista sin condiciones.
El movimiento político latinoamericano ha cambiado mucho, porque hay clara predominancia de movimientos inversos a la izquierda populista.
En Bolivia los resultados del reciente referéndum dan un mensaje que debe ser tomado en serio: basta de corrupción y divisionismo, los bolivianos queremos progreso y desarrollo con principios democráticos y políticas económicas que nos den mejores condiciones de vida, de acuerdo con la Constitución Política.
El pueblo dice “hasta aquí nomás”, hay que respetar su voluntad.
El autor es profesor emérito y ex Decano de Odontología UMSA.
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