En el lenguaje utilizado por la actual literatura política boliviana, en décadas recientes se ha introducido una serie de términos desconocidos hasta entonces. Antes se hablaba de clases sociales, fuerza de clase, alianza de clases, movimiento obrero, movimiento campesino, clase obrera, clase campesina, clase media, clase pequeñoburguesa, clase burguesa y hasta clase oligárquica. Esos conceptos han sido poco menos que archivados.
En sustitución de esas palabras ahora se utiliza el término genérico de “movimientos sociales” y en forma concreta de movimiento cocalero, movimiento de gremiales, de interculturales, cooperativistas, de indígena-campesinos, etc. Como se observa, el lenguaje político contemporáneo es distinto al de hace diez años, pero no solo diferente en el sentido semántico sino también en su fondo.
En efecto, el contenido de los términos relacionados con “movimientos de clase social” es diferente al de “movimientos sociales”, pues los primeros se refieren al lugar que ocupan los grandes grupos sociales en el sistema de producción (los verdaderos sindicatos), mientras los otros están referidos a la participación que tienen los grupos raciales en la sociedad en general con base en características raciales, étnicas, etc. y están agrupados generalmente en gremios corporativos, mal llamados sindicatos.
Reflejando las características de la realidad social del país, antes se hablaba de obreros y patrones, pero ahora solo se habla de “hermanos”, compañeros, etc. El movimiento de clase social era concreto, mientras el concepto movimientos sociales comprende varios tipos (cocaleros, empleados, gremiales, etc.). Efectivamente, los movimientos sociales están formados por la suma de grupos de varias clases sociales diferentes en las que unos tienen negocios, máquinas, vehículos, pequeñas empresas, tierras, etc., otros carecen de propiedad, es decir se trata de la reunión de personas en general.
Todos los llamados movimientos sociales son movimientos de pequeños capitalistas, en cuyo interior participan pequeños empresarios, junto a obreros, trabajadores eventuales, aparceros pobres. No se trata de movimientos de una sola clase social, sino de movimientos de varias clases sociales, típicos de sociedades feudales. En su seno comparten explotadores con explotados, que se “colaboran” mutuamente e identifican por la heterogeneidad de clases.
Así, los “movimientos sociales” actuales no son movimientos de una sola clase, sino movimientos de varias clases, de explotados y explotadores, ricos y pobres, acomodados y desocupados. Aquí los obreros no luchan contra los patronos como clase, más bien, contradictoriamente, están a su servicio. Por ejemplo, ocupan las calles, arrojan piedras y bloquean, mientras los pequeños patronos están sentados en sus oficinas. Los obreros están por todo el país, pero divididos por la concurrencia y sin autoconciencia.
El partido de gobierno (MAS) se atribuye ser representante de esos “movimientos sociales” y procede en su nombre, vale decir de los pequeños grupos sociales antagónicos, pero no una clase social. La realidad social de Bolivia es esa, en general, un masivo proceso socio-económico de pequeños empresarios, pequeños capitalistas organizados en gremios y corporaciones o falsos sindicatos, con un Estado de las mismas características.
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