El pasado 8 de marzo, consagrado mundialmente a la mujer en recuerdo y homenaje a las mujeres de todo el mundo por los muchísimos fastos de la historia en que le cupo intervenir y cuyo concurso fue decisivo para el desarrollo y progreso de la civilización, en todo caso fue fecha para tener en cuenta, permanentemente, que la mujer es parte vital de la vida como hija, hermana, esposa, madre y actora de actividades y hechos que hacen que la vida sea más maravillosa de lo que es como creación de Dios.
Hay que lamentar, sin embargo, que la mujer, especialmente en países pobres y subdesarrollados como los del Tercer y Cuarto Mundo, ocupa sitios secundarios en el diario acontecer hasta el extremo de considerársela solo parte del hombre cuando, en la realidad es lo sustantivo de la vida misma, es, en todo caso, pilar de los hogares, riqueza incomparable de amor, dedicación, esfuerzos, disciplina, entrega a las causas más nobles y autora, directa o indirectamente, inspiradora y fundamento de los hechos más notables y constructivos. Como madre, la mujer es la expresión máxima de amor, dedicación, sacrificio y ternura; es la madre el sustento del hogar, el regazo de amor de quienes buscan buenas condiciones para el diario vivir; es, en muchos aspectos del diario existir, razón y causa para superar problemas y dificultades.
La madre, por principio y fin de la vida es un pedazo de Dios y hay que preguntarse: ¿una mujer de dónde saca tanto amor, dignidad, entrega y hasta sacrificio en bien de sus hijos sino es del seno mismo de Dios? Es, por todo ello, un pedazo de Dios y, como Su madre, María, es la guía y el sustento del ser humano; ella, por sí misma, representa lo más noble y digno de la humanidad, de convivir bajo la égida de Dios y es el camino que puede seguirse confiados, porque su guía conduce a la vida eterna luego de hacerla dichosa en esta vida mientras se la tiene como esposa, hermana, compañera y madre.
Sin embargo, aunque todos estos conceptos están íntimamente ligados al corazón y al espíritu de los hombres, muchos de éstos, por cobardía, malos instintos y carencia total de valores, la maltratan, la lastiman, la violan y hasta la asesinan. En nuestro país, en los años 2013, 2014 y 2015 han sido asesinadas 270 mujeres, y, en dos meses del presente año, 20 mujeres perdieron la vida en manos de sádicos y crueles hombres que no saben que, con sus actos de criminalidad, complotan, dañan y lastiman a lo más sagrado que se tiene en la vida después de Dios.
Ante situaciones en que se dice honrar a la mujer, las leyes dictadas a su favor no se cumplen o si se lo hace, es con tibieza porque parece que el machismo se sobrepone sobre cualquier sentimiento y deber. Mientras no haya castigos ejemplarizadores a quienes lastiman a las mujeres y mucho más a los que les quitan la vida, será difícil contener la cobardía e insanía de hombres que están muy lejos de sentimientos de humanidad y alejados de sentir y valorar a las mujeres que son sinónimo de amor, grandeza, honor y bendición.
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