Consternación generalizada produce el fallecimiento de Beatriz Canedo P., debido a que se erigió esforzadamente y con silenciosa laboriosidad en el icono de la moda en Bolivia y en el mundo.
Beatriz supo concebir con diáfana visión de artista la consumación de la simbiosis de la alta costura con lo tradicional, forjando con los géneros que diseñaba personalmente, utilizando materia prima nacional, esa aculturización de las dos tendencias, que podrían aparecer irreconciliables, pero que la pródiga e inquieta imaginación y el talento de esta artista las unió armónicamente.
Existía indudablemente un paralelismo inequívoco entre las vidas de Beatriz y Coco Chanel. Ambas irrumpieron en el mundo de la costura con inicios difíciles que, a espíritus débiles o frágiles, ante el primer fracaso, los hubiese alejado de este emprendimiento. En este mundo de altísima competitividad en la costura y el diseño, ambas artistas optaron por lo más difícil: la creatividad, introduciendo todas sus capacidades y destrezas así como un espíritu rebelde y una imaginación sin límite, para hacer que lo que no es, sea.
Beatriz como Coco vivieron en mega urbes como Nueva York y París, consintiendo la irrefragable dificultad de imponerse en mercados tan diversos, mutantes y caprichosos, haciéndolo sutilmente, sin imposiciones, penetrando en el gusto del cliente como el vapor casi imperceptible del vino que es su espíritu. La sencillez en el corte y la elegancia en la composición se amalgamaban en sus creaciones, que establecieron un nuevo modo de vestir y una mentalidad moderna en el diseño.
A lo expresado se une su calidad humana y su solidaridad con los más necesitados para los cuales ofrendaba trabajo y dedicación; Beatriz poseía una sabiduría sobre la creación de la moda que da prueba de su fecundidad, porque le asignó a sus diseños todos los atributos y el lugar que les correspondía en la ordenación universal de la moda y producía placer en sus clientes, como sensación agradable o sentimiento de satisfacción. Esta alegría producida era la manifestación genuina de una operación adecuada de creatividad y la traslación de ésta al cliente.
El yo excepcional de Beatriz era dado en todos sus actos intelectuales y determinaciones de artista y empresaria, resumidos en un punto unitario de referencia, que era el sustentador y fuente activa de su inspiración. Beatriz podía vestir en el acto y con solo su imaginación a un palo de escoba y, elegantemente.
Beatriz o Chelly para los que la conocían más íntimamente deja el vacío de una columna monolítica, estructurada con sacrificio en muchas décadas y que proyectó a Bolivia como centro de la moda, en firma fulgurante y para un recuerdo perenne y latente.
El autor es abogado-escritor.
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