Después de las declaraciones que lanzó en Yungas el canciller Choquehuanca delante de S.E., los cambas resultamos unos niños de teta en cuestión de racismo. Si cualquier canciller cruceño -que los hubo y buenos- se hubiera atrevido a pronunciar los desatinos de Choquehuanca (que transita por su décimo año como jefe de la diplomacia boliviana), habría sido destituido de inmediato por el presidente o censurado con abucheo en el Congreso Nacional. Aquí no ha pasado nada.
Dijo el señor canciller que Bolivia algún día “tiene que ser como en África (donde) todos los ministros son negros… un solo blanco”. No sabemos a qué país tan extraño de África se refirió el canciller, ni si quiso decir que todos aquí debían ser aymaras y ni un solo blanco. O si se admitiría en el gabinete a un blanco, seguramente que para gastarle bromas y mandarlo a comprar las salteñas. Es que la media lengua con que hablan los masistas confunde, pero el hecho es que el ministro nos quiere africanizar.
¿Qué pasaría si un ministro cruceño dijera que en el futuro habría que tener un solo aymara en el gabinete? ¿O ninguno? La cosa no es para bromear, aunque uno no sabe cómo tomarlo, porque lo dicho por Choquehuanca va contra todos los parches que los asambleístas del MAS incluyeron en la última Constitución. ¿Esto no va acaso contra la preservación de la diversidad plurinacional y la discriminación? “No podemos estar con quienes nos querían hacer desaparecer, no podemos estar con esas personas que sienten asco por nosotros”, dijo el ministro. Ese es un complejo intolerable y dañino. ¿A quiénes se refiere el potencial sucesor de S.E.? Desde luego que principalmente a los cambas. De eso no hay la menor duda. Pero blanquiñosos también hay en La Paz, Cochabamba, Beni, Tarija, en toda la República.
El canciller invocó a los jóvenes a no olvidar el pasado, es decir que en vez de convocar a la juventud a mirar hacia el futuro tecnológico de que últimamente habla S.E., vuelve sobre la cosmogonía andina, sobre sus teorías de las arrugas, la luna, las piedras, la coca, el reloj que recula, la viagra en saice, y todas esas cosas que han hecho del ministro de RREE el diplomático más anecdótico y divertido de la historia nacional.
Si don David Choquehuanca aparece como lejano pero posible sucesor de S.E. habría que cuidarse mucho. Si en una década como canciller dice lo que dice, no creemos que en cuatro años más vaya a aprender lo suficiente como para quedarnos esperando de brazos cruzados.
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