Silala, Potosí (EL DIARIO, Yolanda Mamani Cayo, enviada especial). Unas 10 nuevas viviendas pequeñas acompañan a un reducido puesto militar del Regimiento Loa, en el cantón Quetena Chico, de la provincia Sud Lípez del departamento de Potosí, ambos se hacen compañía para vigilar el tranquilo y transparente cauce que fluye de varios manantiales que se encuentran más al norte de la región. Es el Silala, único punto que ofrece un paisaje verde en una región árida, donde se impone un “valle de piedras” rocosas y desérticos parajes de tierra, arena, polvo, frío y soledad.
EL DIARIO visitó la región de la preciada agua dulce de las vertientes del Silala, que llega por ductos artificiales hasta territorio chileno y que ahora tiene en ascuas a La Moneda.
El bullicio de la llegada de la caravana de autos, el aterrizaje del helicóptero presidencial, la instalación de antenas de transmisión y pasos apurados de gente que iba y venía, espantaron la tranquilidad del lugar.
OBJETIVO
El objetivo es uno solo: verificar que el Silala no es un río, como sostiene el gobierno de Michelle Bachelet, sino un conjunto de bofedales y ojos de agua, 70 en total, contabilizados uno a uno por estudios técnicos, con la circunstancia de que todos están ubicados en territorio nacional, a unos quince kilómetros del límite fronterizo con Chile.
“Venimos a ver nuevamente nuestros bofedales para demostrar mediante los medios de comunicación al mundo entero que no es un río internacional sino aguas que brotan de los bofedales y manantiales naturales”, afirmó a su llegada el presidente Evo Morales, quien junto a sus colaboradores más cercanos encabezó el recorrido por el sitio.
La tarea de inspección y verificación se inició para los periodistas a la llegada del lugar donde se encuentra la unidad militar y pocas viviendas separadas de varias corrientes de aguas cristalinas rodeadas de vegetación, en especial los gruesos y punzantes pajonales que se levantan como guardianes de las varias vertientes.
BOFEDALES DEL NORTE
Los bofedales y vertientes del Silala están ubicados aproximadamente a un kilómetro del puesto militar, por lo que la numerosa comitiva se trasladó en movilidades hasta el lugar, identificado por el vicecanciller Juan Carlos Alurralde como los bofedales del norte.
Un bofedal es un humedal de altura, y se considera una pradera nativa poco extensa cuando permanece en estado de humedad.
Varias son vertientes que silenciosas fluyen sus aguas cristalinas en medio de los pajonales y pasto. Es como efectuar una caminata en un gran colchón, pero el andar debe ser cuidadoso, viendo cada una de las pisadas, porque de lo contrario los pies se encontrarán con las frías aguas que fluyen de la tierra.
Una de las vertientes más grandes, rodeada de rocas planas, cercada con alambres de púas y cuatro estacas, fue el inicio de la inspección, donde el presidente Morales junto al canciller David Choquehuanca se acercaron a beber el agua que brota de las entrañas de la tierra, ante la atenta mirada de campesinos, militares, periodistas y camarógrafos.
Alurralde explicaba que es la región donde nacen las vertientes, 70 en total, como está dicho, formando pequeños y varios afluentes, todos rodeados de paja brava y pasto duro. En el sector, la única construcción rústica es el cerco con alambres de púas a la vertiente donde se acercó el Jefe de Estado.
NUEVO TRASLADO
Después de las tomas de imágenes, la delegación se trasladó nuevamente en caravana de autos para efectuar un recorrido de alrededor de diez kilómetros, atravesando el puesto militar hacia el sur, donde se encuentra el límite fronterizo con Chile.
La larga fila de autos se detuvo al borde de una extensa quebrada. Desde el lugar se puede observar un paisaje similar a las vertientes donde nacen las aguas del Silala, pero la única manera de llegar al sitio es a pie. El descenso es dificultoso por las piedras y densa arena que se introduce en los orificios de los calzados.
Sin embargo, al final de la resbalosa travesía nuevamente el paisaje se torna colorido y otra vez las plantas de los pies sienten como si se estuvieran encima de un suave colchón, pero al mismo tiempo se perciben los fuertes pinchazos de los pajonales que inundan el lugar. Se trata de los bofedales del sur.
Ya es mediodía, el implacable sol cae sobre todas las cabezas, muchas desprotegidas, otras con gorras, sombreros y “lluch’us” como el que lucía el Primer Mandatario, quien, al igual que todos, soportó el polvo que se adhirió a los calzados y pantalones, pero poco importaba aquello porque había que continuar la caminata.
En la primera parada, el vicecanciller Alurralde, quien actuó de guía, mostró a través de su explicación que en el sector están visibles las obras de captación y canalización de las aguas del Silala. En efecto, más allá de los bofedales del sector se puede apreciar la construcción de canales de piedra y rocas que dirigen el curso de las aguas.
CAUCE ARTIFICIAL
La autoridad brinda explicaciones de cómo en el inicio del Siglo XIX empresas chilenas construyeron este cauce artificial que va en descenso hacia el sur. “En promedio son 179 litros por segundo que pasan hacia Chile, algunas veces sube y baja la intensidad”, precisó Alurralde.
Es una caminata dificultosa para las autoridades y periodistas, camarógrafos y fotógrafos citadinos que inútilmente tratan de evadir las punzantes pajas que proliferan en el circuito.
Poco a poco, mientras se avanza hacia el sur el paisaje verde de los pastos se transforma en una ruta donde predominan la arena, las rocas y los pajonales amarillos.
En el recorrido pudo verificarse que, aparte del afluente artificial, también las empresas chilenas pusieron tubos gruesos de color negro por donde se dirigía el agua. Hay sectores donde claramente se ven esas cañerías y en otros sectores las mismas están enterradas.
Son alrededor de unos tres kilómetros de recorrido, todos siguiendo el cauce de las aguas que cada vez se torna más intensa pero que no pierde su claridad y transparencia.
Cerca de la frontera con Chile se aprecia la construcción de una infraestructura de obras civiles. Es un canal por donde discurren las aguas del Silala hacia el vecino país. Al lado está un desarenador, que es una especie de grandes bateas de cemento que servían para separar la arena del agua y que el fluido pase sin ella hacia el territorio chileno.
“Es un desarenador, obras de infraestructura civil hechas por empresas chilenas que ingresaron a territorio boliviano y construyeron esto sin pedir permiso a nadie”, aseguró Alurralde, mientras mostraba el canal. Sin embargo, esa construcción que se encuentra en territorio nacional está en desuso, ya que las Fuerzas Armadas de Bolivia construyeron otro canal por donde discurren las aguas y la misma sirve para medir la cantidad de líquido que atraviesa hacia la región chilena.
Llegamos a la frontera y la delegación boliviana es esperada por un grupo de ciudadanos chilenos, entre militares y autoridades de la región y unos pocos periodistas.
La tensión es indisimulada. Los brazos en jarra de los militares chilenos y su mirada burlona y amenazante se cruza con la de los bolivianos, que estaban ya cansados por el largo recorrido y más de uno, portando la Bandera Tricolor, lanza gritos de “!!!Viva Bolivia¡¡¡” y “!El Silala no es un río¡”.
CONTROL CHILENO
El control chileno es fuerte, puesto que en varios lugares de la quebrada que rodea el rocoso lugar se puede apreciar militares que vigilan todos los movimientos de los bolivianos y uno de ellos, mientras los periodistas entrevistan al alcalde de Calama, toma fotos de los rostros de todos los reporteros y ciudadanos bolivianos que aún permanecen en el sitio.
La travesía aún no termina, delante del grupo de prensa se levanta un empinado cerro lleno de pajonales, piedras y arenas, única salida para acceder al camino donde esperan las movilidades para retornar al punto central donde está esperando el Primer Mandatario para concluir la inspección con el cierre de una conferencia de prensa. Posteriormente, la comitiva compartió un agradable plato de ”ají de fideo”, que fue degustado por todos los presentes.
Luego de las declaraciones del Presidente, quien ratificó una vez más que queda demostrado que el Silala no es un río sino un conjunto de vertientes y bofedales sobre los que tiene soberanía el Estado boliviano.
Concluida la conferencia de prensa, la caravana retornó a las movilidades para llegar a Uyuni, que está situada a casi cinco horas de recorrido, en medio de paisajes desolados y de completa soledad. En ese tránsito se levanta imponente el “Cóndor de piedra”, una de las principales atracciones del “Valle de las piedras”, dotado de una y mil formas que asemejan personas, árboles, aves y una suerte de animales y formas que se quedan estáticas, vigilantes y eternas.
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