Las ciudades subterráneas



Hoy, Matmata es una atracción turística popular, y la mayoría de la población vive con exposiciones de turismo y folklore en sus hogares.
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Las comunidades subterráneas de Matmata pertenecieron casi ignoradas para el mundo occidental, hasta que una desafortunada casualidad las reveló. En 1967 un evento climático altamente inusual en el Desierto del Sahara, a saber una lluvia torrencial que duró 22 días, anegó todas las comunidades. El gobierno de Túnez envío entonces gente para evaluar el daño y construir nuevas construcciones, encontrándose con la sorpresa que existían poblaciones bereberes completamente escondidas, a quienes nadie había encontrado antes viviendo de esa manera.

Inmediatamente les construyeron casas sobre la superficie, pero los bereberes se negaron a abandonar sus cavernas tradicionales. Por lo que siguieron ahí hasta el día de hoy, con el valor añadido del turismo, el cual se vio aún más potenciado, cuando una década después, el cineasta George Lucas, eligió dicho sitio como locación para su nueva película de ciencia ficción “La Guerra de las Galaxias”. Y es que para la gente de la época, dichos moradores de las arenas les debiendo haber parecido como alienígenas en medio del siglo XX.

Matmata es una ciudad de Túnez perteneciente a la Gobernación de Gabes. La ciudad fue destruida en buena parte en las inundaciones de 1969 y parcialmente reconstruida en la Nueva Matmata, situada a 15 km al Norte. Tiene una población de poco más de 2.000 habitantes, pero es la cabecera de una delegación de 7.000 habitantes. Se encuentra a unos 360 metros sobre el nivel del mar en los contrafuertes del Djebel Dahar. La economía del lugar está basada en la agricultura y cada vez más en el turismo (ya sea directamente o por servicios).

ARQUITECTURA

Son características de la ciudad las llamadas “Casas Trogloditas”. Estas viviendas son construidas excavando en la montaña, donde también se levanta un interesante patio. Las habitaciones y el patio central, apenas eran visibles desde el exterior, de modo que eran fácilmente defendibles; además protegían del frío del invierno y del calor en verano. El problema principal es que en caso de grandes aguaceros, el agua de lluvia no puede desaguar bien, y la montaña se puede derrumbar fácilmente, puesto que no es rocosa sino formada por arenas.

Las casas tienen diversas habitaciones, cocina y baño, pero ya no están habitadas por necesidad; únicamente unas 50 familias viven allí, muchas de estas viviendas están dotadas de electricidad (normalmente disimulada para dar apariencia de una verdadera casa troglodita) en los últimos años, se han hecho mejoras en cocinas y mobiliario.

Entre los materiales usados para la construcción en la ciudad se encuentran la piedra, el adobe y el barro, entre otros, además del propio suelo. Dichos materiales tienen popularidad, debido a su inercia térmica, por lo que ayudan a retrasar la llegada del calor a la vivienda, además las habitaciones suelen tener entre tres y seis metros de profundidad para conservar la frescura en el interior.

CASA TROGLODITA

En los montes arcillosos de la ciudad tunecina de Matmata hay excavadas decenas de cuevas, donde todavía habitan algunos bereberes. Son las conocidas “Casas de los Trogloditas”.

Cuando se escucha hablar de las cuevas de trogloditas, uno se imagina o piensa en los trogloditas a los que estamos acostumbrados a ver en los cuentos y en el cine, cubiertos de pelo, vestidos con trozos de tela de leopardo, el hueso en la cabeza y un garrote en la mano, pero en Matmata nos presenta una realidad distinta.

Las casas tienen un amplio patio en el centro, alrededor del cual, se abrían las puertas de acceso a las diferentes estancias: los dormitorios, la cocina, la despensa y el salón. Estos “cuartos” pintados con cal mantienen una temperatura fresca en verano, y si esto supone una ventaja para paliar las altas temperaturas, no lo es tanto el hecho, que al estar cavados en tierra arcillosa es fácil que la estructura se desprenda con las fuertes lluvias. Como curiosidad, encima de algunas puertas e interiores se encuentran pintados con colores azules, manos, que representan a la mano de Fátima; peces y jamsas, que son símbolos de protección y respeto.

Con los cuatro muebles básicos que tienen no han olvidado colocar algún objeto de decoración (cuadros en las paredes, jarrones con flores o alfombras). Incluso con los años algunas de esas casas han incorporado antenas de televisión y electricidad.

Aunque nos resulte difícil de creer esa gente se ha acostumbrado a esa forma de vida y es feliz así.

Las familias que viven en las casas subterráneas conviven con el turismo, reciben algo de dinero y a cambio enseñan sus viviendas a los turistas, como forma de obtener ingresos. Las señoras de la casa ejercen de anfitrionas y muestran cómo llevan a cabo sus faenas.

LOS BEREBERES

En contraste con el norte y la zona costera, el sur de Túnez es muy pobre. Los desiertos hacen que el suelo sea un desastre para la agricultura y deben vivir de su ganado y casi aislados del resto del país. Pero el sur es también un lugar perfecto para conocer a los bereberes, los primeros y auténticos habitantes de Túnez.

Esta etnia se caracteriza por tener los ojos claros y el pelo rubio, en contraste con los árabes, que los tienen oscuros. Los Amazigh, como se llaman a sí mismos, reciben el nombre popular de bereberes, debido a los romanos, quienes al llegar a África les llamaban bárbaros, como a toda la gente que no era del imperio.

En el siglo XI la invasión de los árabes obligó a los amazigh a excavar cuevas para protegerse y defenderse, y una vez finalizados los conflictos, decidieron seguir viviendo allí. Hoy en día se han perdido muchas casas trogloditas, debido a inundaciones que las hundieron, pero perduran unas 300, la mayoría deshabitadas. Muchas de las cuales han sido restauradas para que se puedan visitar, y el gobierno ha promovido el turismo en la zona, dado subvenciones para mejorar las comunicaciones y la calidad de vida de los habitantes, que disponen de luz eléctrica y autobuses de línea para desplazarse.

El origen de este extraordinario lugar no se conoce, excepto por relatos pasados de generación en generación. Una de ellas dice que las casas subterráneas fueron construidas por primera vez en la antigüedad cuando el imperio romano envió dos tribus egipcias para hacer sus propias casas en la región de Matmata, después de una de las guerras Púnicas, con permiso para matar a todo ser humano en su camino.

Los habitantes de la región tuvieron que abandonar sus hogares y cavar cuevas bajo tierra para esconderse de los invasores, pero dejaban sus refugios subterráneos en la noche para atacar a los invasores, el cual parecían ser muy eficaces en el envío de grupos de asesinos lejos de Matmata.

Un mito se erigió en esos días, diciendo que los monstruos emergían de debajo de la tierra y matan a los usurpadores de tierras. En cualquier caso, los asentamientos subterráneos permanecieron ocultos en la muy hostil zona durante siglos, y nadie tenía conocimiento de su existencia hasta 1967.

 
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