La reciente visita del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, el señor Barack Obama, a la isla de Cuba, donde pervive uno de los pocos regímenes socialistas comunistas del mundo, luego de la caída del muro de Berlín y la desaparición de los gobiernos de la dictadura del proletariado (socialismo), ha marcado un nuevo tiempo en las relaciones entre los estados y una nueva visión política en el mundo, pues parece que por fin se deja de lado el ultra liberalismo, por un lado, y por otro el dogmatismo socialista comunista fallido, inaugurándose un nuevo tiempo en el que con el diálogo se busca el entendimiento sobre temas de interés del ser humano (en el caso cubano la situación de su población por la carencia de bienes y servicios, y en el de USA que busca seguir liderando el mundo democrático, con nuevas visiones acordes al presente siglo).
No cabe duda que seguramente se han levantado voces de censura y protesta por algunas corrientes conservadoras, que hubieran preferido que se mantenga la situación cubana hasta su rendición en el tiempo -situación dudosa- y de otras como la de los izquierdistas argentinos, que protestaron por la visita a ese país, del mismo Obama, cuando en verdad los intereses de Cuba y Argentina necesitan de un mejor relacionamiento con el país más rico del mundo.
A contra fecha de la historia, hace unas semanas se reunieron en Caracas algunos presidentes de países gobernados por regímenes populistas de izquierda, para recordar al que fuera iniciador de esta orientación populista, el fallecido ex presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías.
Los largos discursos de los pocos presidentes asistentes a ese acto, nos demostraron que éstos están atrasados 50 años, pues sus ideas son las de los viejos marxistas comunistas de la década de los años 60 y primeros de los 70 del siglo pasado, obnubilados por el anti imperialismo y anti capitalismo, que encontraban en ese anti el argumento de la situación de atraso y pobreza de muchos países, especialmente de algunos latinoamericanos.
Nos ha llamado la atención, en especial, el largo discurso del presidente de Nicaragua, el señor Daniel Ortega, que entre otras cosas, puso en duda el sistema democrático de elección de los gobernantes mediante el voto popular, seguramente para justificar la aplastante victoria de la oposición democrática en Venezuela, las libertades ciudadanas del liberalismo y la libertad de prensa, llegando a demostrar su estado de “envejecimiento” intelectual cuando dijo que en el Magreb estaban Bolivia y Siria.
La actual agonía de los pocos regímenes populistas de izquierda que quedan en Latinoamérica, que proclaman el anti imperialismo y anti capitalismo, más por efecto de la corrupción política y deficiente gestión pública, que por obra del odiado imperio, nos deja en claro que estamos viviendo un tiempo distinto del de hace más de diez años, cuando al influjo del “Foro de Sao Paulo”, se instalaron en el poder político estos regímenes con el discurso de los pobres, los que luego de esta década y más, siguen siendo pobres, mientras unos pocos vivos habrían acumulado grandes fortunas.
Se está develando los terribles actos de corrupción que al calor del poder político se habría cometido en Argentina, Brasil y seguramente en su momento saldrán a la luz pública, los de los gobiernos que ya están en lista de salida, pues como dijimos en anteriores notas, en estas mismas páginas, en cuanto a corrupción, las derechas y las izquierdas son lo mismo, quizá con alguna diferencia en cuanto a los montos, pues antes era una corrupción pobre, por el estado económico de los tesoros públicos, ahora es una corrupción a la altura de la bonanza económica, por los elevados precios de las materias primas que exportamos y que hoy están de bajada.
Hay otro tipo de corrupción, y es la irresponsabilidad con la que se ha administrado los recursos públicos, sin planes ni programas concretos, sin visión de futuro y más con un criterio electoralista para quedarse en el poder, por siempre, que en generar una economía diversificada, que apunte a exportar valor agregado y en consecuencia que absorba abundante mano de obra, es decir crear fuentes de empleo para mejorar la calidad de vida de los individuos.
Otra de las terribles fallas de los populistas, es la de haber deteriorado la democracia como sistema de gobierno y de vida, afectando la institucionalidad del Estado, con el control de todos los órganos del Estado y sus instituciones, persiguiendo, encarcelando y exiliando a los opositores, de tal manera que no existan corrientes de acción y pensamiento distintas que las del régimen, ocasionando una crisis de liderazgo, tan necesario en toda sociedad organizada.
Pese al cuadro de deterioro político, ético y económico, las sociedades siempre tienen la capacidad de reconstruirse y presentar nuevos liderazgos, para enfrentar los tiempos de crisis y superar esa situación, las más de las veces con un elevado costo social y en otras con el enfrentamiento cruento. Para evitar esa situación, debemos exigir siempre democracia, más democracia.
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