Bolivia no tiene la culpa de que el territorio chileno carezca de recursos naturales por ser su territorio en grande parte desértico. La Guerra del Pacífico fue una desgracia para Bolivia porque perdió su costa marítima como consecuencia del conflicto premeditado. El Gobierno boliviano planteará en la Corte Internacional de Justicia de La Haya una nueva demanda, con justo derecho, porque Chile desde 1808 roba las aguas del Silala para usufructo propio, proporcionando en ese líquido vital a poblaciones de Antofagasta, Calama y Tocopilla y para uso en minas de cobre de Chuquicamata.
Entre 1884 y 1888 el Gobierno chileno dispuso en el hito 50 y 60 la creación de canales y pozos subterráneos para extraer aguas de manantiales del Silala, robando en esa forma a Bolivia, con solo la autorización que se dio provisionalmente para abastecer a locomotoras de la empresa inglesa Bolivian Railway. La nueva demanda de Bolivia se justifica y llama la atención que gobiernos anteriores no actuaran con estrategia similar a la actual. Es censurable que se dejara pasar el tiempo, sin abordar decididamente este tema, ya que Bolivia no puede darse el lujo de dar aguas sin recibir el pago respectivo.
Lo inaudito es que estas aguas sirven para el funcionamiento de las minas de cobre de Chuquicamata, las que Chile despojó a Bolivia. Pese a ello, se sigue usando aguas del Silala sin pagar ni un centavo, aunque históricamente ellos deben más de 900 millones de dólares. Sin embargo Chile alega que se trata de un río internacional, por lo cual no acepta pagar, aunque por año, por la explotación del cobre ganan más de 3.000 millones de dólares.
Por ello el reclamo boliviano se intensifica con el tiempo, porque los invasores nos arrebataron nuestro Litoral y ahora hacen lo mismo con aguas bolivianas, con subterfugios y artimañas. Esta actitud tiene que ser denunciada al mundo, porque no es justa la agresión a Bolivia. Dejemos de usar la cantaleta de que Bolivia es un país pacífico, ya que los bolivianos se preguntan ¡hasta cuándo!
Pese a todas estas manifestaciones, Chile como siempre soslaya los problemas con Bolivia, al extremo que no muestra interés por pagar por aguas del Silala, argumentando que es río internacional. En alguna oportunidad Chile ofreció pagar por el uso de las aguas en un 50%, sin aceptar la deuda histórica, por lo que Potosí se opuso, pues era reconocer la propiedad de las aguas por parte de Chile en un 50%. El desvío de las aguas del Silala, como medio de presión, no solucionará el problema, porque la captación es subterránea.
La necesidad de agua por parte de Chile es grande y por ello asevera que el Silala es un río internacional, aunque en el terreno cualquier comisión técnica puede constatar que el agua fluye del suelo, de bofedales. Esta agua de la Cordillera capta Chile para hacer funcionar las minas de cobre en una proporción de 150 litros por segundo. El ferrocarril Antofagasta Bolivia por su parte consume 100 litros de agua por segundo. La nueva demanda boliviana en la Corte Internacional de Justicia de La Haya se hace necesaria, para hacer valer nuestros derechos, en caso contrario el país seguirá siendo objeto del robo de aguas.
La amenaza de Chile de retirarse del Pacto de Bogotá solo demostrará que no cumple tratados.
El autor es Profesor Emérito y ex Decano de 0dontología UMSA.
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