[José Alberto Diez de Medina]

Un guerrillero audaz y temerario


En 1824, cuando concluía la guerra de la Independencia, se encontraban aún en pelea los españoles del Virreinato del Perú, y los españoles disidentes bajo órdenes del Gral. Pedro Antonio Olañeta, que solo servían al rey, no al virrey La Serna, ni a los generales Canterac y Jerónimo Valdez. Dicho sea de paso, esta llamada guerra doméstica contribuyó al triunfo patriota en Ayacucho.

En medio del fragor de los combates, el Gral. Valdez ocupó la ciudad de Potosí, reducto del general español disidente Pedro Olañeta.

Potosí era un baluarte para los efectivos españoles, y dada esa importancia el Gral. Valdez dispuso dejar en ella una fuerte guarnición, bajo el comando del Gral. José Carratala, quien fue designado como Gobernador con 200 efectivos.

Pero ambas fracciones combatientes, dada su superioridad, olvidaron a las fuerzas guerrilleras patriotas. Existían en esa época los guerrilleros chicheños, de mucha valentía y coraje; la caballería chicheña en todo momento fue considerada una de las mejores caballerías de lucha. Al mando de una de las guerrillas chicheñas se encontraba Pedro Arraya, famoso por sus triunfos ante las fuerzas españolas,

Intrépido jinete, infatigable al mando de sus chicheños, él había tomado por asalto en l816 la población de Tupiza con solo cien hombres. Tupiza contaba con una guarnición de 500 españoles.

Herido en el combate y dado por muerto, las fuerzas guerrilleras patriotas se retiraron y dejaron el cadáver de su jefe Pedro Arraya. Un guerrillero de rango, de apellido Salinas, volvió al centro de Tupiza y rescató el cuerpo, aún con vida de Arraya, en medio de las fuerzas españolas.

En el momento de la ocupación de Potosí por los españoles, el comandante Arraya se encontraba con toda su tropa en el pueblo de Puna, a unas 10 leguas de la ciudad. La noche del 14 de julio formó una escuadra, y escogiendo cuatro de sus mejores hombres, fue a Potosí.

Llegando a los suburbios al amanecer, burlando la vigilancia de las avanzadas, se dirigió a la Gobernación, dejando a uno de sus hombres en la entrada, uno en el descanso de las escaleras, otro en el salón; los cuatro escogidos estaban con uniformes españoles, con orden de hacer fuego contra cualquier intruso que llegara.

Arraya se introdujo en el dormitorio, despertando al infortunado Gral. Carratala, le dio la orden de vestirse con el aviso de muerte si daba alguna voz de alarma. De improviso se escuchó un disparo, que hizo que Arraya baje al General, y lo monte a grupas en su caballo, saliendo todos al galope de la ciudad.

Pero, ¿qué ocurrió?, los españoles ni cuenta se dieron del secuestro del General: el guerrillero que quedó en el salón de la Gobernación vio su imagen en un espejo del salón y lo confundió con un soldado español, produciéndose el disparo.

Ya en las afueras de Potosí, Pedro Arraya se encontró con su escuadrón, que tenía orden de avanzar y proteger la retirada de su comandante.

Tiempo después, el Gral. Carratala fue devuelto a una avanzada española, con un letrero que decía: Un regalo de las fuerzas patriotas.

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