Expertos de distintos lugares, revelan que solo quedan 50 gatos que habitan en islas asiáticas, europeas y en Latinoamérica, esta especie se encuentra en grave peligro de extinción. Los gatos asilvestrados son una de las especies invasoras más perniciosas para los vertebrados que habitan las islas, según un trabajo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Los gatos asilvestrados que se pasean por las islas del mundo han empujado a la desaparición a al menos 22 especies de aves, nueve de mamíferos y dos de reptiles, el 14% de todas las extinciones de animales vertebrados registradas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
En total, su presencia ha contribuido a la extinción de 16 especies de vertebrados y supone una amenaza para otras 128 especies incluidas en alguna de las categorías riesgo de la UICN. Las islas, “albergan una biodiversidad muy particular y de gran valor, ya que muchas de sus especies son endémicas y el territorio insular suele ser limitado, por lo que este tipo de impacto es mucho más grave”.
Durante la investigación, el equipo identificó algunos casos llamativos donde el gato ha desempeñado un papel fundamental en la extinción de algunos vertebrados, como el del chochín de Stephens (Traversia lyalli) en el Estrecho de Cook (Nueva Zelanda) y la tórtola de Socorro (Zenayda graisoni) en México, cuya especie está extinta y sus únicos ejemplares se encuentran en cautividad.
Autoridades de todo el planeta han comenzado una guerra secreta contra los gatos de las islas. Los capturan con trampas, los envenenan con cebos de pescado, los cazan con perros adiestrados o incluso los tirotean con rifles, como ha ocurrido en algunas islas del archipiélago ecuatoriano de Las Galápagos. Los gatos asilvestrados ya han sido erradicados en al menos 83 islas, como Santa Catalina (México), Baltra (Ecuador), Trinidad (Brasil) y los islotes españoles de Lobos y Alegranza, según el último recuento, elaborado hace ya un lustro.
Un nuevo estudio bendice esta estrategia. El trabajo, liderado por la bióloga estadounidense Holly Jones, muestra que la erradicación de mamíferos invasores (principalmente ratas, cabras y gatos) ha beneficiado a 236 especies animales nativas de 181 islas en todo el mundo. Cuatro de ellas vieron rebajado su riesgo de extinción en la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN, según el meticuloso estudio, publicado en la revista científica PNAS.
En la isla Natividad, en México, la eliminación de los gatos asilvestrados fue clave para la recuperación de la pardela culinegra, un ave de 80 centímetros de envergadura que cría en un puñado de islas del océano Pacífico. “Esta intervención fue importante para que la especie pasara de considerarse vulnerable a casi amenazada” en la Lista Roja, según subraya Heath Packard, portavoz de la ONG estadounidense Island Conservation, implicada en el estudio. Lo mismo ocurrió en la isla británica Asunción, en el océano Atlántico, donde la erradicación de los gatos permitió que el rabihorcado de Ascensión, un ave en peligro crítico de extinción, recolonizara su territorio.
La bióloga recuerda el caso de la gata de un hombre que llegó en 1894 a la isla de Stephens, en Nueva Zelanda, para vigilar su faro. La gata, preñada, se escapó y su prole acabó en unos pocos meses con todos los individuos del chochín de Stephens, un ave rechoncha e incapaz de volar que era endémica de la isla. Solo quedan ejemplares disecados de esta especie extinta.
Las islas son paraísos de biodiversidad. Son el hogar del 15% de las especies terrestres del planeta y en ellas sobrevive el 37% de las especies en peligro crítico de extinción, según destaca el equipo de Jones.
El biólogo español Manuel Nogales, del Grupo de Ecología y Evolución en Islas del CSIC, lleva años proponiendo la erradicación total de gatos asilvestrados en islas de menos de 200 kilómetros cuadrados. Su equipo, cuando trabajaba en la Universidad tinerfeña de La Laguna, capturó con cebos de sardinas hace más de una década a la decena de gatos que habían invadido el islote de Alegranza, un refugio para aves marinas como el águila pescadora y la pardela cenicienta. En Lobos, al norte de Fuerteventura, retiraron al único gato del lugar.
Nogales reconoce que lo habitual es eutanasiar a los gatos retirados de las islas, pero señala otras posibles vías. “En Japón, se llevaron a Tokio a los gatos capturados en la isla de Okinawa, los esterilizaron y los dieron en adopción”, apunta.
“En muchas islas del mundo donde están los gatos asilvestrados es imperioso erradicarlos para eliminar la presión sobre muchísimas especies endémicas amenazadas por este depredador introducido. En otras islas sería prácticamente imposible, pero se pueden tomar otras medidas, como esterilizarlos, marcarlos o mantenerlos recluidos en casa, lo que es casi imposible”, añade Medina. (EL PAÍS de España).
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