El 4 de febrero, el periodista cruceño Carlos Valverde develó el “tráfico de influencias” del presidente Evo Morales para beneficiar a su expareja, Gabriela Zapata, quien trabajaba para la empresa china CAMC Eingineering Co., la misma que se adjudicó contratos con el Estado boliviano por $us 560 millones.
Luego de la denuncia el mandatario rechazó el “tráfico de influencias”, sin embargo, aceptó la relación y añadió que dejó de ver a Gabriela hace años. Al día siguiente, una fotografía fechada el 15 de febrero de 2015 apareció en las redes sociales, en el cual se observa a Morales y su expareja compartiendo el palco oficial en la entrada del Carnaval de Oruro.
Morales, intentando explicar lo inexplicable, mencionó que ese momento no reconoció a Zapata y solo vio una “cara conocida”, posterior a ello, el Presidente tuvo que aceptar que mantuvo una relación de pareja por algunos años. Admitió que tuvo un hijo con su expareja, el mismo que falleció.
El 26 de febrero, Gabriela Zapata fue aprehendida por instrucciones del Ministerio de Gobierno. Al día siguiente Pilar Hoyos, la tía de Zapata, sostuvo que el hijo de Morales estaba con vida, y el 28 de febrero dictan su prisión preventiva, y así comenzó el drama para la exgerente comercial de la CAMC.
Después de múltiples acusaciones en su contra, Zapata señaló la semana pasada que “Quintana armó todo” en referencia a la situación jurídica en la que se encuentra, tras se detenida preventivamente en la cárcel de Obrajes.
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