ONU y transparencia en administración pública

Como es lógico, la Organización de Naciones Unidas ha mostrado preocupación por los hechos de corrupción, malas gestiones, indebidas acciones y carencia de transparencia en la administración pública de muchos países, especialmente del Tercer y Cuarto Mundo que año tras año presentan cuadros graves de manejos contrarios a la correcta administración que exigen los planes de desarrollo para derrotar o disminuir los altos índices de pobreza.

Con miras a tratar el tema de “transparencia en la administración pública”, en días pasados, en Cochabamba, se realizó un simposio para tratar el tema de transparencia y, para ello, la ONU fijó una agenda para el Desarrollo Sostenible hasta el año 2030, señalando objetivos indispensables para lograr “el fortalecimiento de la Administración Pública que además de ser inclusiva debe ser transparente”. El simposio contó con la participación de expertos y especialistas en los temas de “desarrollo sostenible, prevención y lucha contra la corrupción y gestión pública”.

Cuantas veces se trató sobre temas de desarrollo y progreso sostenible de los países pobres y subdesarrollados, se indicó que la debida administración de las naciones, el logro de independencia económico-financiera, la libertad para disponer de la propia producción, la urgencia de encontrar medios y sistemas para conseguir tecnología propia o apropiada para las necesidades de desarrollo, la urgencia de contar con personal idóneo para las diferentes labores a cumplirse y su respectiva especialización en las áreas que corresponda, deberían ser encarados con prioridad por los gobiernos y, en ello, tener acción decisiva organismos como CEPAL, Naciones Unidas, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones que por su carácter mundial y que tienen que ver con planes para derrotar a la pobreza, deben ser parte importante en esa formación de personal y acción de gobiernos en base a valores y principios que muchas veces son desestimados por los regímenes gubernamentales.

En todo caso, lo importante sería crear medios o sistemas técnicos para establecer hasta qué punto se cumple lo determinado en seminarios, simposios, congresos y reuniones internacionales donde muchos gobiernos comprometen su participación, pero que la realidad muestra cuán poco se cumple. Hay que convenir en que la realización de este tipo de reuniones no siempre da los resultados esperados y todo por falta de controles, tanto de los gobiernos comprometidos como de los mismos organizadores internacionales que intervienen en la cobertura de gastos que implica su realización.

Por supuesto, está comprometida seriamente la responsabilidad que deben asumir los gobiernos para hacer que los argumentos y resultados logrados sean de obligado cumplimiento; sólo así se habrá conseguido resultados que efectivamente contribuyan a la transparencia en el manejo de los intereses de un país.