Clepsidra
Este último domingo, un consorcio internacional de periodistas de Investigación ha publicado una gigantesca pesquisa sobre actividades offshore, que ha estremecido las bases del mundo político y financiero mundial, por estar basada en una filtración de datos provenientes de la firma panameña de abogados Mossack Fonseca, especializada en esa dinámica, y que engloba una carpeta de más de 11 millones de archivos sobre dichas actividades, que se realizan fuera del propio país de residencia como: sociedades extranjeras, inversiones inmobiliarias, pólizas de seguro, fondos de inversión, etc.
Aunque no es un delito registrar una empresa en un paraíso fiscal, los documentos demuestran que bancos, firmas legales y otros actores offshore a menudo no siguieron los requerimientos de ley para asegurarse de que sus clientes no estén envueltos en actividades criminales como: evasión de impuestos o corrupción política. Esa filtración afecta aproximadamente a 200.000 empresas y, en algunos casos, según muestran los archivos, algunos intermediarios de las operaciones que se protegieron a sí mismos y a sus clientes ocultando transacciones sospechosas o alterando registros oficiales.
Sin embargo, lo sospechoso de esta filtración, más que detectar los responsables de su cometido, es la connotación política que esconde y el impacto que ha asestado en plena línea de flotación de un gobierno como el de Mauricio Macri en la Argentina, que se erige como el paladín de la nueva política anti populista en el continente, señalando una empresa que su familia habría registrado en las Islas Bahamas, en la que aparece como director, acto que según el mismo no reviste ninguna ilegalidad ya que el dinero pertenecía al conglomerado familiar, uno de los mayores de la Argentina y, que dicha sociedad dejó de operar hace ocho años, al no efectuar ninguna inversión. Además, dicha operación habría sido registrada en la Administración Federal de Ingresos Públicos AFIP, cuando fue constituida por su padre con recursos genuinos.
Se supone que frente a la política caótica que reinó durante estos últimos 15 años en el continente, era muy difícil convencer a cualquier empresario, o a un simple ciudadano, que deposite su dinero en bancos locales o que se abstenga de sacar sus pequeños ahorros a bancos extranjeros por la inseguridad que reina en los suyos. Es el caso de Venezuela, Brasil, la propia Argentina y todos aquellos que estaban amenazados de incautación por sus regímenes de gobierno.
Empero, como para matar al ratón han derribado toda una catedral, también se han filtrado datos, como el de Venezuela, que aparece con más de 241.000 archivos, donde se evidencian las estructuras corporativas hilvanadas a la medida que la compañía panameña armó para algunos de sus clientes que querían esfumar su presencia, ya sea en empresas incorporadas con directores de la propia Fonseca, o generar deuda externa mediante transacciones truchas que luego se podían presentar a los organismos de administración del régimen cambiario.
Todos esos manejos funambulescos dan pábulo a creer, que han convertido a Panamá, de un paraíso fiscal a un paraíso infernal.
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