La noticia de perfil
El escándalo mundial que ha provocado la noticia de un paraíso fiscal en Panamá repercutió en las oficinas y pasillos del Palacio Real de la plaza Murillo, donde cumple su misión periodística mi corresponsal, la cholita Macacha.
“Hoy tengo para usted y nuestros lectores la gran primicia periodística que incluye a Bolivia como otro paraíso fiscal que funciona junto a Panamá, Islas Vírgenes, Andorra y Suiza y algunos países africanos”, dijo mi discípula y se echó en un sofá de mi living, cual si fuera Eva antes de pecar en el paraíso terrenal que nos describe la Biblia.
Ansioso por escuchar una explicación, solicité un informe a mi reportera, quien comenzó diciéndome que “los Panamá papers” habían hecho sonreír a nuestros gobernantes, pues todos ellos vivían en un paraíso fiscal hace más de diez años.
Yo tenía el presentimiento de que vivíamos en un paraíso fiscal y de que Evo gozaba de sus delicias por obra y gracia de algunos dioses andinos pícaros y burlones que allí lo pusieron, sin una Eva que le hiciera compañía, pero la pícara Macacha me dio un codazo en mis costillas haciéndome caer en cuenta de que los hombres palaciegos tienen la fortuna de cautivar a muchas mujeres, como nos enseña la historia de nuestro país en los últimos decenios.
Cambiando de asunto, la discreta cholita nacida en Quillacollo me hizo caer en cuenta de las otras maravillas que contribuyen a la felicidad de quienes habitamos en este edén, fijando nuestra atención en el chorro de felicidad que saborean algunos habitantes notables de este paraíso fiscal que se llama Bolivia, deteniéndonos en algunos ciudadanos intelectuales que nos gobiernan leyendo libros, haciéndonos partícipes de su gozo interior y que sin embargo deben abandonar esta tierra paradisíaca para trasladarse hacia otras tierras donde los hombres son menos felices que nosotros, ante los cuales despliegan el regalo cultural mediante charlas y conferencias pagadas por este pueblo que se siente orgulloso del saber de su Vicepresidente.
La cochalita y yo nos abrazamos de felicidad al caer en cuenta de que vivimos en un paraíso fiscal donde centenares y miles de cocaleros no pagan impuestos, pues fueron los primeros que se dieron cuenta de que fabrican droga en un edén fiscal que se llama Estado Plurinacional de Bolivia.
Un paraíso fiscal donde manda Evo, rodeado de ángeles femeninos que lo abanican al atardecer, luego de que el gobernante reposa de las fatigas que le causa un encuentro de fútbol.
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