Después de pasar por una época de bonanza económica, ahora Bolivia se apresta a enfrentar una crisis que será muy dura, especialmente para sectores sociales muy pobres, como de los discapacitados que sobreviven con una ayuda pequeña, que les dan organismos del Estado. En el grupo de los discapacitados están personas con diferentes cuadros clínicos, como no videntes, mudos, sin extremidades para andar, con problemas mentales y otros. Sus condiciones físicas para trabajar son limitadas y la mayoría subsiste en condiciones infrahumanas, lo que lo hace un sector social muy sufrido, por ello requiere un bono mensual de 500 bolivianos, que el Estado no puede proporcionar, según autoridades del Gobierno.
La caída de los precios del petróleo y los minerales ha disminuido las reservas del país, mientras, por otro lado, los precios de la canasta familiar han subido, por lo que sectores de trabajadores piden aumento de salarios, para compensar el alto costo de vida y por otro lado, hay sectores que no tienen al día el pago de sus salarios. Los trabajadores de las minas han sido afectados por la caída de precios de los minerales, lo que causa cierre de minas y despidos. Anteriormente este sector fue favorecido por altos precios de los minerales, al extremo que dirigentes mineros y trabajadores de base ganaban sueldos fabulosos.
YPFB y los trabajadores petroleros afrontan una dura situación, por la baja del precio del petróleo, lo que está ocasionando cierre de plantas y despido de trabajadores en empresas petroleras, tanto privadas como estatales, lo que origina cuadros dramáticos entre los trabajadores, porque son desplazados de sus fuentes de trabajo.
Muchas fábricas de la industria se han cerrado por no tener mercados de exportación y por la competencia inmisericorde del contrabando y la proliferación de mercadería china. El crecimiento del narcotráfico en el país hace que las fuerzas antinarcóticos no sean suficientes. El problema preocupa y la Iglesia católica ha hecho conocer un comunicado al respecto.
En el ámbito sindical, llama la atención la situación actual de la COB y su manejo por los nuevos dirigentes, que parece que trabajan con el verdadero sindicalismo boliviano.
El Gobierno tuvo oportunidad de trabajar por los bolivianos, pero el fantasma de la corrupción tumbó a muchos dirigentes y por ello los sectores sociales manifiestan disconformidad, ya que solo los gobernantes gozan de privilegios, que no tienen los que están en el llano, que son la mayoría del pueblo boliviano, que pasa por momentos económicos difíciles. También molesta a la ciudadanía el silencio que muestra la investigación en el caso del Fondo Indígena.
El panorama actual es deprimente, porque no hay producción, ni políticas de planificación, todo se reduce a conseguir préstamos, que llegan a más de mil millones de dólares, con un endeudamiento exagerado y la posibilidad de tener una inflación del 5%, según el Banco Central. Así, Bolivia se hunde y su futuro parece desolador.
El autor es profesor emérito y ex-Decano de Odontología UMSA.
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