Con seguridad se puede afirmar que la actualización del asunto de los manantiales del Silala tiene el apoyo general de la población boliviana. Es más, también es de interés de los gobiernos de Bolivia y Chile, ya que un asunto de esa naturaleza no se lo puede mantener pendiente no solamente a través de años, sino de siglos, como está ocurriendo.
El tema del Silala ha vuelto a ser puesto en el tapete de las discusiones entre Bolivia y Chile a partir del momento en que el Presidente boliviano declaró que el asunto sería puesto en conocimiento de organismos internacionales y que para ello se contará con equipos de asesores extranjeros. Agregó, también, que el tema se lo volvería a tratar después de ocho años, cuando fue estudiado por comisiones de ambos países, aunque sin llegar a una solución.
Pero no es suficiente que el asunto sea puesto en la mesa de discusiones, sino que debe ser debidamente planteado, de tal forma que se llegue a la solución y no se vuelva a caer en frustraciones como la que se produjo con la negociación de la Agenda de los 13 puntos de hace ocho años, negociación que fue llevada en forma tan poco acertada por la Cancillería, que debió ser suspendida, en especial por los comentarios de prensa que observaron que las negociaciones iban por mal camino.
Al presente, la cuestión ha vuelto a ser planteada, pero no se estaría realizando en la forma correcta a fin de que pueda llegar a una culminación favorable para Bolivia, en vista de que las proposiciones generales de nivel oficial son superficiales y no se refieren al fondo del asunto, aspectos que, naturalmente, conducen a que el tema se convierta en un debate llevado al absurdo y no tenga salida a la vista. Es más, provocaría una nueva derrota para la diplomacia boliviana y lo contrario para la de Santiago.
Al respecto se puede adelantar que el problema de los manantiales del Silala no puede ser conocido en su esencia con la simple visita de una comisión oficial al lugar y que el Presidente tome el agua de la corriente en la cuenca de su mano, ni siquiera con la formación de una comisión de expertos extranjeros que no conocen el asunto, que recién lo van a estudiar y que con seguridad será de altísimo costo para el erario público, sin contar, finalmente, que se tenga seguridad en el éxito de su participación. Además, para ese estudio se discriminará a los elementos nacionales o bien se los tendrá en nivel subalterno, sin poder de decisión.
Se debe insistir que la formulación del tema de los manantiales del Silala es una necesidad candente para las relaciones boliviano-chilenas, pero el asunto debe ser planteado con profundidad en términos jurídicos, técnicos y diplomáticos y no a merced de presiones emocionales y del libre albedrío.
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