Es muy importante considerar, en el desarrollo humano de una sociedad, el peso demográfico de los jóvenes, sobre todo cuando se desagrega su número que alcanza al millón y medio, en las diferentes áreas metropolitanas de Bolivia. Esta es una tangible deformación que afectará al desarrollo humano sostenible, que no solo compromete al estado etario de ese estrato de la juventud, sino que trunca el desarrollo de sus capacidades y la adquisición de experiencia tan necesaria y cruel en este mundo tan competitivo, además que ensombrece con dudas su futuro.
Lo que preocupa superlativamente es que un estrato social tan importante como la juventud se convierta prematuramente en un pasivo para la sociedad y la economía, y para el universo de contribuyentes que son el soporte fundamental para la acción presupuestaria y la definición de obras en las diferentes urbes de Bolivia.
Más acuciante aún es la posibilidad, casi cierta, de que esa inactividad pueda estar vinculada a mayores índices de criminalidad; extremo que sería caótico para esas vidas debido a la comisión de delitos que necesariamente se debe reparar con privación de libertad y que estructuran la pérdida definitiva de una magnífica fuerza laboral y de desarrollo de capital humano.
Todavía es cierto que los jóvenes que no estudian ni trabajan (Generación NINI) conforman un índice bajo del porcentaje total, empero, es alarmante, cuando se desagregan los datos, como lo indicábamos en el inicio de este artículo, se consolida la conclusión de que existen proporciones considerables de jóvenes que no estudian ni trabajan en edades precisas y económicamente productivas.
El aspecto que citábamos anteriormente sobre la posible vinculación de esa inactividad de un estrato de los jóvenes con la criminalidad, se confirmaría en algunas áreas metropolitanas de Bolivia, por ejemplo en Santa Cruz, donde casi un 25% de los jóvenes en edades entre 18 y 28 años son “ninis”.
El desarrollo humano asume la proclividad que las personas amplíen sus libertades para realizar lo que consideren más valorable a su concepto ético-moral y, para ello, deben estructurar una conciencia moral estable y perfectible en base a la educación, que debe ser interactiva y acompañada de fuertes experiencias formativas, que les permitan acometer sus decisiones con determinación y sus ambiciones personales que son legítimas en todo ser humano. De esta forma la juventud boliviana, con sus logros educativos, reducirá significativamente las grietas de desigualdad intergeneracional y al mismo tiempo las educativas.
El crecimiento económico es una consecuencia determinante para que los jóvenes abandonen los estudios, debido a que adquieren y gozan de libertad económica que les hace sentir las mieles de la independencia, empero, eso es un oasis transitorio con el transcurso del tiempo, el cual inmisericordemente les enrostrará su ausencia de educación y se sentirán en inferioridad fehaciente frente a otros jóvenes bien formados; por ello es prioritaria la elección de la educación antes que el goce anticipado o prematuro de vivencias no acordes con la madurez intelectual y el respaldo de la experiencia.
El autor es abogado, escritor, con posgrado en Arbitraje y Conciliación.
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