ESPECIAL
• La amenaza del cambio climático ha causado preocupación, por sus efectos negativos en el crecimiento de los cultivos, por lo que la comunidad científica teme sus impactos sobre la producción de alimentos
Las grietas de la tierra en sequía, un oso polar en islas de glaciares a punto de derretirse o el humo de las fábricas pintando las nubes de negra polución son algunas de las imágenes típicas asociadas al cambio climático.
Pero todo indica que los efectos del calentamiento global también los podemos estar viendo en nuestros propios cuerpos, por causa de su impacto sobre la calidad de los alimentos. Ni siquiera los escépticos del cambio climático pueden negarlo.
Se llama costo nutricional del cambio climático, y aunque algunos especialistas llevan tiempo estudiándolo, el gobierno de EEUU abordó el tema en un informe oficial por primera vez esta semana.
En su reporte anual “Los Impactos del Cambio Climático en la Salud”, publicado anteriormente, los expertos del Programa de Investigación del Cambio Global de los Estados Unidos (Usgcrp, en inglés) mencionan por primera vez, de forma oficial, las consecuencias del cambio climático en la calidad alimentaria, y lo califican como un “hallazgo clave”.
“El cambio climático está afectando la calidad de los alimentos que comemos cada día, de por vida”, resume para BBC Mundo Irakli Loladze, profesor asociado del Bryan College of Health Science, en Lincoln, Nebraska, EEUU, el científico detrás de la mayor investigación sobre el tema.
TENDENCIA OCULTA
Según el biólogo y matemático, su principal problema era la dificultad de probar que los alimentos que ingerimos están siendo contaminados por el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Cuanto más CO2, se genera más azúcar en las plantas y por ende menos nutrientes.
“Es difícil detectar el efecto del CO2 en los minerales de las plantas con pequeñas muestras, por eso lo llamé ‘tendencia oculta’”, cuenta Loladze.
Sin embargo, tras analizar los efectos de CO2 en cultivos y plantas silvestres, el biólogo molecular descubrió que algunos alimentos se están volviendo ricos en carbohidratos y pobres en algunos nutrientes esenciales.
A través de la fotosíntesis, las plantas obtienen nutrientes. Pero al aumentar el CO2, producen más azúcar y menos minerales.
Hicieron falta más de 12 años de trabajo, analizando datos generados en cuatro continentes por investigadores de 13 países, entre ellos China, Australia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos o Japón, para confirmar el problema.
ESTUDIOS CIENTÍFICOS
No fue el primer estudio al respecto; otros científicos habían comenzado a explorar el fenómeno hace casi 20 años, pero sí fue “el mayor estudio hasta la fecha en este campo”, explica el experto. En total, la investigación abarcó 120 variedades de plantas.
“La enormidad del impacto del incremento del CO2 en la nutrición humana se volvió evidente”, señaló.
Pese a que había comenzado a desarrollar su hipótesis en 2002 —aplicando una teoría conocida como “estequiometría biológica”— Loladze dice haberse sentido “verdaderamente alarmado” al comprobar cómo los datos confirmaban su hipótesis.
“La enormidad del impacto del incremento del CO2 en la nutrición humana se volvió evidente”, explicó.
Llegar a publicar el estudio en una revista científica le costó 20 meses (y tres intentos). Pero ahora, las autoridades estadounidenses parecen querer, al fin, tomar cartas en el asunto. O, por lo menos, reconocerlo.
MÁS AZÚCAR, MENOS MINERALES
¿Cómo sucede ese proceso?, ¿por qué se “contaminan” los alimentos con el CO2? “Los organismos fotosintéticos, como las plantas, son las fábricas de hidratos de carbono del mundo”, explica Loladze.
El trigo es uno de los alimentos más afectados. Este alimento junto al arroz y casi todas las frutas y verduras han perdido sus cualidades nutritivas, porque generan menos minerales, por lo que se teme consecuencias irreversibles en la calidad de la producción, en los siguientes años.
A través de la fotosíntesis, las plantas transforman el CO2 en agua y en azúcares. Y, cuanto más CO2 reciben, más azúcares producen, utilizando los carbohidratos adicionales para su crecimiento, o bien almacenándolo. El incremento de los niveles de CO2 ya ha alterado la calidad de nuestra comida.
El problema, tal y como explica Loladze, es que esos carbohidratos diluyen el resto de los nutrientes de los tejidos de las plantas. “Tener más azúcares y almidones es bueno para las plantas, pero malo para nosotros”, dijo.
“Y los altos niveles de CO2 también hacen que las plantas transpiren menos agua, por lo que llegan menos minerales esenciales a sus raíces”, indicó.
“EFECTO GLOBAL”
Los cultivos están cada vez más afectados, advierte Loladze. Según el experto, las plantas C3 (las que producen un compuesto de tres carbonos en la fotosíntesis) son las más dañadas. Entre ellas se incluyen el trigo, el arroz, las patatas y casi todas las frutas y vegetales.
Las plantas C4, como el maíz, resultan algo menos afectadas, indica el científico. “Cada vez liberamos más dióxido de carbono en el aire”, agregó.
Y, según Loladze, existe un vínculo directo entre este fenómeno y las crecientes epidemias de diabetes y obesidad en el mundo. “El incremento de los niveles de CO2 ya ha alterado la calidad de nuestra comida”.
“Es un efecto global. La calidad de las plantas en toda la biosfera se ha modificado por el aumento de CO2. Ni siquiera los escépticos del cambio climático pueden negarlo”, dijo.
Muchos investigadores expresan mayor preocupación por aquellas zonas donde la agricultura de subsistencia es la norma, pues la disminución de tan solo una tonelada de productividad podría llevar a grandes desequilibrios en la vida rural. Sin embargo, resultados de investigaciones recientes sugieren que muchos agricultores se adaptan e incluso se preparan para el cambio climático, minimizando las pérdidas en productividad mediante la mayor utilización de variedades locales tolerantes a la sequía, cosecha de agua, policultivos, agroforestería, desyerbe oportuno, recolección de plantas silvestres y una serie de otras técnicas.
EFECTOS EN LOS ALIMENTOS
La mayor amenaza de la Tierra no solo afecta al medioambiente y al reino animal. De manera casi invisible, el fenómeno también impacta a la calidad de los alimentos que consume la especie humana.
Irakli Loladz estuvo investigando 14 años un hecho que finalmente llamó “tendencia oculta”. Y esta semana publicó en la revista Life el resultado de su estudio: cómo afecta el cambio climático a la calidad de los alimentos que ingieren niños, adultos y ancianos. Este es el costo nutricional del fenómeno que amenaza la vida en la Tierra.
El hallazgo fue clave. Tras analizar los efectos de CO2 en cultivos y plantas silvestres, el biólogo molecular descubrió que algunos alimentos se están volviendo ricos en carbohidratos y pobres en algunos nutrientes esenciales.
A través de la fotosíntesis las plantas transforman el CO2 en agua y en azúcares. Y cuanto más CO2 reciben, más azúcares producen utilizando los carbohidratos adicionales para su crecimiento, o bien almacenándolo.
El problema: “Tener más azúcares y almidones es bueno para las plantas, pero malo para nosotros”, dijo. “Y los altos niveles de CO2 también hacen que las plantas transpiren menos agua, por lo que llegan menos minerales esenciales a sus raíces”, explicó el científico.
DATOS
- Los efectos de los cambios en el clima sobre la producción de cultivos varía de una región a otra.
- Los impactos ya se sienten en los países del Sur, donde también se espera un aumento en las precipitaciones que producirán daños en los cultivos por erosión de los suelos e inundaciones.
- El incremento en la intensidad de los ciclones tropicales causará daño en los cultivos de ecosistemas costeros, mientras que al subir el nivel del mar los acuíferos costeros se salinizarán.
- La población rural más pobre vive en áreas expuestas y marginales, y en condiciones que los hacen muy vulnerables a los impactos negativos del cambio climático.
- Las consecuencias pueden ser muy profundas para los agricultores de subsistencia ubicados en ambientes frágiles, donde se esperan grandes cambios en su productividad, pues estos agricultores dependen de cultivos que potencialmente serán muy afectados.
Lucía Blasco
Informe BBC Mundo
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