El narcotráfico en Bolivia

En una segunda reunión del Episcopado de la Iglesia Católica, realizada la semana pasada, ha reiterado que el narcotráfico ha penetrado profundamente en Bolivia. De esta forma, no se inmutó ante el reto presidencial de que en 24 horas los obispos tenían que presentarle los nombres de los funcionarios de su gobierno que estén involucrados en ello.

En anterior columna quedaron expuestos detalles del aumento de los cultivos de coca, materia prima de la cocaína, al haber extendido sus garras más allá del Chapare, donde obviamente los cultivos no han cesado de crecer. Empero, lo más impactante es que penetraron en otras regiones del país, incluyendo a por lo menos un Parque Nacional (Isiboro-Sécure).

En Sud Yungas los árboles frutales han sido sustituidos por los cultivos de la hoja de coca. Vecinos de Chulumani han visitado EL DIARIO para mostrar fotos -fueron publicadas- en las que se constata dicho fenómeno.

Los administradores de los hoteles de Chulumani informaron también que la fruta la llevan desde La Paz, porque sencillamente en Sud Yungas dejó de haber la fruta que desde siempre producía.

Al margen de otros detalles anotados en el domingo anterior, esta vez corresponde referirse a la frecuencia con que la FELCN (Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico) incauta cocaína y mucho más marihuana.

En la oportunidad, basta citar dos últimos hallazgos logrados a fines de marzo y comienzos de abril. En diez operativos de la FELCN, realizados en el departamento de Santa Cruz, se logró decomisar 181 kilogramos de marihuana y cocaína y han sido aprehendidas nueve personas. En Tarija, cerca de la frontera con Paraguay, incautó 406,3 kilos de marihuana y 20,4 kilos de cocaína.

El 27 de marzo, el viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Felipe Cáceres, dio cuenta al periodismo que en el primer trimestre del año fueron detenidas 721 personas involucradas en el narcotráfico. Asimismo, que han sido incautadas 11 toneladas de cocaína y 66 toneladas de marihuana, en todo el país.

Al respecto, podría suponerse que efectivamente existe intensa lucha contra el narcotráfico. Pero de ello se desprenden dos apuntes válidos.

Las policías de todo el mundo tienen conciencia de que consiguen reprimir sólo a una parte, mayormente reducida, de la actividad delictiva que existe en los países. En cuanto a lo que sucede en Bolivia, aquellas incautaciones son suficientemente ilustrativas del crecimiento del narcotráfico en la última década.

El propio viceministro Cáceres emitió estas ilustrativas expresiones, al dar cuenta de los operativos anti-drogas en Santa Cruz:

“Si bien los narcotraficantes no descansan ni respetan los feriados de Semana Santa, los agentes antinarcóticos tampoco descansan y trabajan durante los 365 días del año para combatir el tráfico ilícito de cocaína”.

Es justo reconocer que la FELCN hace un esfuerzo enorme en la lucha contra el narcotráfico. Empero, esto mismo demuestra el arraigo que adquirió esta actividad delictiva en el territorio patrio.

Otra de las aristas que tiene es la judicial. En este campo, igualmente, se está operando con eficacia, aunque es también apropiado anotar que ello está ocurriendo en el último tiempo. Hubo muchos años en que su accionar en esta materia fue casi insignificante.

El 5 de este mes de abril, el fiscal general del Estado, Ramiro Guerrero, remarcó que “gracias al trabajo de persecución de delitos de narcotráfico en el país, se obtuvo 162 sentencias condenatorias en el primer trimestre del presente año”.

Si bien el dato es muy positivo, aquí vuelve a ponerse de manifiesto cuánto creció la producción y tráfico de cocaína en el país. Que sólo en un trimestre se emita 162 sentencias condenatorias por narcotráfico, es muy relevante, aunque a la vez es harto elocuente para mostrar a que cantidad de gente se compromete en esta actividad ilícita. Aunque, nuevamente, cabe anotar que los que caen en manos de la justicia igualmente, son siempre los menos.