Festival de magia en el país

Al verme cabizbajo y meditabundo por el panorama noticioso que presentó a mi consideración, mi discípula periodística me manifestó que la situación no es tan dramática y que nuestros yatiris solucionarían todos nuestros problemas por arte de su magia. Ante mi escepticismo, sacó del fondo de sus polleras una varita mágica para luego explicarme que la había hallado en el despacho del presidente Evo, cuando este personaje desapareció, sin que sepamos dónde podría reaparecer.

Con la varita mágica presidencial en sus manos, la cholita cochabambina me explicó que ella también podría realizar prodigios. Siguiéndole la corriente, le pedí que con su varita milagrosa solucionase el caso del presidente Evo con la señora Gabriela Zapata, el hijo que tuvieron y el tráfico de influencias, Macacha se concentró al tomar la varita en sus manos, dijo una palabras cabalísticas en aymara, quechua y chino y… zas: el enredo ya había sido solucionado; el Presidente desapareció, apareciendo en su reemplazo su sonriente ministro Juan Ramón Quintana. Ante el milagro, no tuve más remedio que bajar la cabeza y decir a la cholita valluna: “Es un prodigio indiscutible.”

Continuando con su función de magia, mi comadritay me explicó que no es una prueba fácil ni barata hacer desaparecer a un Presidente del Estado y hacer aparecer como responsable a un Ministro de la Presidencia, pero tal prueba prodigiosa fue realizada en el Palacio Real de la plaza Murillo y todo gracias a la varita mágica ahora en poder de la cholita periodista.

Perplejo ante la evidencia de que el Palacio Real se había convertido en una Corte de los Milagros, pregunté a la cholita taumaturga si el personaje al que hicieron desaparecer del bullado “affaire” Zapata-CAMC reaparecería nuevamente para gobernar indefinidamente nuestro país, lo cual obligó a la cholita de Quillacollo a hacer funcionar de nuevo la varita mágica que halló en el Palacio Real, para luego decirme con aires de profeta: “Tenemos a un Evo Morales para rato”, lo cual me sumió nuevamente en profundas preocupaciones.

Cuando la función de magia a cargo de la cholita Macacha concluyó, le dije a manera de piropo que no creo ni en magas ni adivinadoras, aunque tengo una fe ciega en las palabras de una cholita cochabambina que es mi comadritay.