Juan Bautista del C. Pabón Montiel
Varios gobiernos, entre ellos los dictatoriales, se han ocupado e intentado controlar, amarrar y poner manillas a la libertad. Como si la libertad fuere un objeto, o simplemente una acémila de ponerle frenos y, arrearla hacia el destino, por el gusto o antojo de los ocasionales gobernantes y cogobernantes, como es el caso de los cocaleros que tienen su república independiente, a todo lujo, en el Chapare.
Entre paréntesis diremos: La libertad es un humo sagrado, venerado por los tiempos e intocable, porque resurge apenas intentan eliminarla.
No es acémila, menos objeto o instrumento de dominación del pensamiento, señores. La libertad es el acto grandioso de la humanidad, que la ha conquistado con sangre, fuego y el oro de las vidas expuestas para mantenerla incólume y altiva.
Para reflexionar: los gobernantes ya se han equivocado en muchas cosas, en muchos actos, por una falta total de visión político filosófica; como en el referendo perdido, la elección de magistrados y la actual “Cumbre de la Justicia”. El país, señores, no se maneja con cábalas o tirando suertes. La nación requiere seriedad, trabajo honesto y responsabilidad moral.
Las instituciones como la libertad y la justicia son fruto de años en su construcción cívico-ética; ni el azar ni la alquimia solucionarán problemas viejos, como la retardación de justicia, que viene de lejos, como en el caso de los “Códigos de Procederes de Santa Cruz”, que cumplieron un ciclo, siendo reemplazados a puntapiés por los llamados “Códigos Banzer”, elaborados por el entonces jurisconsulto Gastón Ledezma Rojas, a la sazón Subsecretario de Justicia; a la rápida y los apuros dictatoriales, sirvieron en la medida que calzaba el dictador. Esa fue su novedad: allanar un tiempo y salir del apuro.
Ahora controlar, amables lectores, las “redes sociales”, es como poner un bozal al camello en pleno desierto, para que no ramonee, ni una sola yerba salvaje y calme su hambre, es ya una demasía con tufo dictatorial. Y aquí va, como anécdota contada por el jesuita Padre Valles, en su obra “Te odio y te quiero”, sobre el odio del camello: “El camello y el camellero son un indisoluble matrimonio, porque el camellero vive a costa del camello, y el camello tiene convicción de que su amo es un vividor. Por lo tanto en cada viaje su odio aumenta, esperando la mejor oportunidad para que cuando el camellero se descuide, le quite la brida, para tomarlo del brazo, tenderlo al suelo y deshacerlo matándolo. El camellero bien sabe que su servidor es odiador, debiendo cuidarse, por lo tanto; con ingenio toma su Jeque, lo tira a los pies del camello y éste lo muerde, baila sobre el Jeque, y ¡termina haciéndolo polvo...! Finalmente, el camellero asegura su seguridad, un tiempo más, hasta que la ira y el odio desaten una nueva tormenta que le cueste la vida al camellero...”.
¡Cuidado con la tormenta, señores!
Final: no vaya a ser, señores, que tanto ejercitar, tanto probar la paciencia del pueblo, la tunda moral se aproximará para que de una vez comprendan o entiendan que no fueron las redes sociales las causantes de la derrota, sino la sucesión de errores, gravísimos de índole moral, que provocaron el alto a la reelección del Presidente y Vice del llamado Estado Plurinacional.
Puerto Suárez - Santa Cruz, Bolivia.
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