Una explosión musical

En las últimas semanas, el culto público de La Paz ha tenido un verdadero privilegio de disfrutar varios eventos musicales, algunos de extraordinaria calidad, de los que nos referiremos solo a los más destacados.

El pasado 1 de abril, el Quinteto de bronces “Bolivian Brass” de la Orquesta Sinfónica Nacional, con su Director interino, Maestro Christian Asturizaga, se presentó en el Círculo de la Unión con un programa de obras, entre otras, de Mozart, Handel, Verdi y de los bolivianos Adrián Patiño, Portocarrero y Gilberto Rojas. Fue un concierto singular y novedoso que mostró el virtuosismo en la ejecución de instrumentos de viento, que nos descubrió sus graves y armoniosos recursos, pocas veces escuchado en La Paz y que arrancó entusiasta aplauso de los asistentes. Este evento coincidió con la aparición del novel Presidente del Círculo de la Unión, Sr. Mauricio Taborga, de quien esperamos el mismo impulso de sus antecesores a la difusión cultural.

El esfuerzo que hace el Maestro Freddy Céspedes, promoviendo la música clásica en la emprendedora ciudad de El Alto, desarrollando el talento de niños y jóvenes de esta ciudad, es de gran merecimiento. Se presentó en el Patio del Palacio Chico de la calle Ayacucho dirigiendo la Orquesta Filarmónica de El Alto, con un programa que se inició con las Czardas de Monti, interpretación seguida de composiciones de autores extranjeros y nacionales, todo lo que fue muy aplaudido.

El pasado 7 de abril la Orquesta de Cámara Juvenil de Bolivia Clásica, dirigida por Armando Vera Woudstra, nos deleitó con las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi, actuando el violinista ruso Alexander Lapich como solista; los que colmaron toda expectativa por la maestría de los músicos que actuaron con tan inigualable coordinación que nos pareció una interpretación perfecta, dadas las dificultades de la composición, que exige mucha destreza del solista, como del acompañamiento, que han respondido con un acompasado armonioso de tan bella obra musical que calca los encantos de la naturaleza en las estaciones del año.

El excelente concierto es un triunfo de la Fundación Bolivia Clásica y de su Director, Armando Vera W., a quienes junto al magnífico solista Alexandre Lapich, el público les tributó sus fervoroso aplauso. Sea dicho que el solista le ha dado mérito al Instituto Laredo de Cochabamba, donde recibió su inicial formación musical, precisamente bajo la dirección del Maestro Vera.

Finalmente, al día siguiente, 8 de abril, la Orquesta Boliviana de Ópera nos dio otra hermosa sorpresa en la Iglesia de San Miguel, con una Gala Lírica bajo la dirección de Andrés Fernández Alípaz, con amplia experiencia en la Argentina y en el país.

Un género apetecido en La Paz, pero al que las autoridades no le dan importancia, es la ópera, cuyo brillantez no deja de sentirse en toda ciudad que se jacte de culta. Esta ausencia desmerece a nuestra ciudad, que debe ostentar un gran teatro, ya que el Teatro Municipal, uno de los más antiguos de Sudamérica, ya no responde a las exigencias de la expansión musical.

El programa fue espléndido y nos hizo vivir un verdadero ambiente operístico, con trozos de El Barbero de Sevilla, con el bajo Marcelo Aguilar; el intermezzo de Caballería Rusticana, de Mascagni, I Pagliacci con el tenor Diego Sarmiento; Mi chiamano Mimí de la Boheme, de Puccini, bellamente cantado por Giovanna Montaño; una parte de Rigoletto a cargo también del bajo Marcelo Aguilar y Akiko Makiyama;, varias arias de la Traviata, incluido el Brindis, ambos de Verdi, cantados espléndidamente por las cuatro voces.

La intervención de las sopranos Susana Renjel y Giovanna Montaño y de la contralto Akiko Makiyama, fue de una calidad que nos elevó al delirio, alcanzando límites sublimes. Es que no hay formas más celestiales que las de voz femenina en la ópera, que encarnan con más fidelidad los sentimientos y la pasión humanos. Fue bellísima la actuación de Akiko con una coquetería y a ratos despectiva pose que la mostró fascinante, así como las voces de Susana y Giovanna, de una diafanidad preciosa. Ni qué se diga de la orquesta que acompañó a la perfección el acontecimiento. No pudimos dejar de percibir el bello sonido del cello en una de las obras que, después, identificamos como de Andrea García.

En verdad, todos los participantes ya constituyen el material humano para una ópera permanente en La Paz, pero hace falta un teatro, que muchas voces han sugerido se construya en el actual Panóptico de San Pedro, que no solo afea el centro de la ciudad, sino que es un desperdicio, donde se debe construir el más bello teatro dedicado al arte de la música. Pero parece que las autoridades carecen de sensibilidad estética.

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