Desde hace tiempo, los mercados informales, formales y el comercio en general de Bolivia se hallan inundados con mercadería china de toda índole y dudosa calidad. Artículos electrodomésticos, de ferretería, comestibles, etc., son de procedencia china que saturan los mercados de las ciudades bolivianas. Hoy en el país, como dice el dicho popular, se puede encontrar desde un alfiler hasta aviones de fabricación china. Pero muchos de esos productos que consume la población, seguramente por los precios bajos que se oferta, son de pésima calidad, aunque se dice que hay diferentes calidades de productos chinos.
Las mercaderías chinas que entran al país, generalmente lo hacen vía contrabando e irónicamente por los puertos de Chile; todo ello va en detrimento de la débil industria nacional que agoniza frente a la competencia desleal de precios de los artículos chinos que se oferta en los mercados y comercio en general del país.
También en los últimos años las empresas chinas han venido invadiendo nuestro territorio con diferentes proyectos de construcción de infraestructura, como la ferrovía Bulo Bulo-Montero y la siderúrgica de Mutún, en Santa Cruz; el tren Metropolitano y la represa más importante, Misicuni, de Cochabamba; el proyecto azucarero de San Buenaventura de La Paz, etc. China también provee a instituciones del Estado y empresas nacionales equipamiento de tecnología militar y maquinarias: como los misiles chinos y las barcazas para las FFAA; taladros para YPFB, camiones perforadores de pozos para su uso en provincias altiplánicas de La Paz; pero según comentarios en medios de comunicación, estos equipos no estarían en buenas condiciones de funcionamiento; la pregunta del millón es: ¿quién garantiza la calidad de todos los trabajos de construcción, equipos tecnológicos y maquinarias?
China es el país más grande y la primera potencia económica del mundo, con más de 1.300 millones de habitantes, donde se conoce que la mano de obra es muy barata; y cuenta con recursos naturales, principalmente mineralógicos; a pesar de eso, sus demandas superan las necesidades que tiene para la fabricación de productos terminados, que nos devuelven con valor agregado y con elevados precios. Esas son las razones para que nuestro país exporte sus materias primas a ese país asiático, que se encuentra a miles de kilómetros de distancia del nuestro.
A estas alturas del siglo, los bolivianos continuamos durmiendo el “sueño de los justos”, somos un pueblo consumidor, cada vez más compramos todo tipo de productos de fabricación china y de otros países; esto en detrimento de la frágil industria nacional que languidece. Y aún continuamos preocupados por exportar nuestras materias primas, como minerales, madera, cuero de animales, productos agrícolas, etc., a la China y otros países extra continentales. ¿Hasta cuándo no podremos industrializar nuestras propias materias primas?, ¡y contando con tanta cantidad de recursos naturales! Como el dicho popular reza: somos el “mendigo sentado en silla de oro”. Se podría decir que el poseer tanta riqueza natural nos ha adormilado y perjudicado, porque aún no hemos aprendido a industrializar y aprovechar nuestros recursos.
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