El Gobierno ha promulgado la Ley del Plan Económico y Social que “fija la inversión pública de más de 50.000 millones de dólares hasta el año 2020”; firmó la disposición en acto realizado en el auditorio del Banco Central el 9 de marzo pasado y pidió que “todos los sectores aceleren las inversiones en especial en el sector productivo”. El plan, según el Gobierno, “tiene la meta de reducir la pobreza extrema de 17,3%, registrada en 2014 a 9,5% en el próximo quinquenio”. Sostuvo el Primer Mandatario que “hasta 2020 se invertirá en el plan de Desarrollo Económico y Social 2016-2020 al menos 65.000 millones de dólares con recursos de los sectores público y la participación de la empresa privada” (EL DIARIO 10/3/16).
Teniendo en cuenta la crisis económica internacional que en este año al país le reducirá sus ingresos externos alrededor del 40%, el Presidente no hizo alusión alguna sobre la proveniencia del dinero señalado para la inversión, puesto que, tratándose de un período de 5 años, por año habrá que invertir 10 mil millones de dólares que el país no podrá cubrir con mínima holgura. Anunció también que su gobierno se propone conseguir un crecimiento del 5% anual durante los próximos cuatro años.
Por su parte, dirigentes de los empresarios privados sostuvieron que canalizarán las inversiones del sector, “sólo si hay un acuerdo con el gobierno sobre una propuesta destinada a generar condiciones adecuadas para proteger la producción nacional”. Se añadió que se entregó al Gobierno, hace tiempo, un plan que permita “buscar escenarios de complementación entre el sector público y privado, que si no hay dialogo y un acuerdo no podrán acompañar a la inversión pública, porque el sector privado requiere respuestas en temas puntuales que hacen a la actividad productiva”.
El empresariado hizo conocer las dificultades que merman el accionar de lo privado: “comercio informal, sistema tributario y el papel de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Empresas (AEMP), cuyas decisiones afectan al sector”. En general, habría interés y vocación en el sector privado para hacer realidad todo esfuerzo de conseguir el desarrollo mediante las inversiones; pero, consideran que, para ello, hay que contar con las garantías y condiciones adecuadas; de otro modo, se dice, las posibilidades de crear riqueza y generar empleo serán nulas.
Frente a la crisis económico-financiera que sufre el país, si bien es bueno un plan de inversiones, lo más importante es saber de dónde se conseguirá el dinero, en qué rubros importantes se invertirá, cómo se incrementarán los ingresos nacionales, qué perspectivas de superar la crisis existen sin recurrir al endeudamiento y otros factores como los temores a nacionalizaciones que muchas veces circulan en ámbitos oficiales y del partido de gobierno. Un plan de desarrollo no puede ser efectivo con créditos externos o, peor, con bonos soberanos que cuestan mucho al país. Endeudarse para crear riqueza y con altos intereses no es conveniente, al contrario, es contraproducente por demagógico y populista, extremos que, si se desea superar la crisis, se debe abandonar.
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