Grupos importantes de discapacitados o personas con dolencias - congénitas muchas de ellas- y que se ven obligadas a perder esperanzas de recuperar la salud, han dado, en las últimas semanas ejemplos de sacrificio, constancia, paciencia y empleo de grandes esfuerzos físicos para trasladarse, caminando y hasta con sillas de ruedas y muletas, desde diversos sitios del país hasta la sede del gobierno para reclamar un bono que, para atender sus múltiples necesidades, es ínfimo.
El Gobierno, lamentablemente, se ha mostrado totalmente insensible ante el dolor de quienes sufren todo tipo de dificultades por múltiples razones de incapacidad física; personas que en muchos casos han sido abandonadas por sus familias y se ven obligadas a sobrevivir en pésimas condiciones y, en casos, merced a la solidaridad de algunas instituciones y personas que se han condolido de su situación.
La “gran preocupación” gubernamental radica en “la falta de medios financieros” para atender a los discapacitados para solventar sus necesidades y que se ven obligados a pedir y exigir un bono de Bs. 500 mensuales. Esa “falta de medios financieros” da lugar a que no haya posibilidad de incluir en las partidas presupuestarias ítems destinados a aliviar siquiera mínimamente la situación de quienes, impelidos por la necesidad, se han visto obligados a conseguir, mediante una marcha llena de sacrificios, que el Gobierno se sensibilice y decida dar lo que, se supone y sostienen las autoridades económicas, una mínima parte de los cuantiosos recursos que poseen las arcas nacionales y que, en la mayor parte de los casos, se gasta en cuestiones superfluas; en obras faraónicas que nadie precisa, en inversiones que nunca han resultado, como es el caso de las empresas Papelbol, Cartonbol y otras en que se ha invertido muchos millones de dólares, sin beneficio alguno.
Se invierte recursos en compras de aviones de lujo, automóviles de primerísima calidad, viajes y gastos fatuos y ostentosos que lastiman a la pobreza del pueblo y no se puede atender las urgencias de quienes se ven incapacitados y obligados a mendigar una mínima atención gubernamental. El país, colectivamente, ve azorado la indiferencia de las autoridades y se extraña de que para un caso de humanidad, de mínima solidaridad y que es obligación del Gobierno atender, no sea debida y oportunamente satisfecho porque quienes se encuentran inmersos en la marcha no lo hacen por demagogia o populismo, lo hacen impelidos por sus necesidades que no sufre ninguno de los sectores privilegiados a los que atiende, con excesiva solicitud y condescendencia, el régimen gubernamental.
Es urgente que haya un mínimo de solidaridad y sentido humanitario en las autoridades y se disponga la mayor y mejor atención a los discapacitados, que se atienda sus inmediatas necesidades y se dé el mínimo bono mensual de Bs. 500 que solicitan. Aparte de ello, es preciso realizar un censo para establecer el número de personas afectadas por impedimentos físicos.
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