Al margen de la crisis, de la pobreza y de múltiples problemas que sufre el país, está el caso de la acumulación de basura. No hay ciudad ni pueblo ni villorio que no esté preocupado por la basura conformada por desechos de toda naturaleza y que son depositados en sitios escogidos previamente y que quitan espacios a ciudades y a las áreas agrícolas, además de implicar peligro serio para el futuro porque esos terrenos se hacen deleznables y pueden producir hoyadas peligrosas para los sitios habitados.
La basura es elemento muy peligroso para la salud de la población y también para los animales domésticos y vegetación. Muchas veces se ha sugerido instalar fábricas recicladoras de basura que permitan destruir inmensos basurales con utilización de todo su contenido haciendo las separaciones del caso para conseguir abonos para la agricultura, adobes que sirvan a la construcción, químicos que puedan servir industrialmente y muchos otros elementos que se importa y que insumen gasto de divisas.
Muchas veces los municipios han logrado cotizaciones sobre el costo que tendrían cada planta de industrialización de la basura y las conclusiones son claras: con inversiones de 40 a 50 millones de dólares es posible no solo industrializar todos los elementos orgánicos e inorgánicos que contienen los basurales sino crear fuentes de empleo para miles de personas. Lo más importante es que se lograría liberar a las ciudades de elementos dañinos para la salud y destructores del sistema ecológico que es preciso cuidar y preservar. Hay ciudades en que la acumulación de basura llega a miles de toneladas y, de tanto en tanto, se debe buscar nuevos sitios para que la basura sea enterrada.
Elementales sentidos de prudencia y previsión deben obligar tanto al Gobierno central como a los municipios a licitar la industrialización de la basura y, disponiéndose de reservas de dinero, la inversión en este tipo de industria implicaría que en poco tiempo daría resultados y réditos económicos muy importantes.
Extensas hectáreas de tierras que han sido utilizadas para enterrar basura, pueden recuperarse y, en las ciudades habilitarlas para la apertura de nuevos barrios y, en las áreas agrícolas para habilitación de tierras destinadas a la agricultura. Son, pues, muchos los beneficios a lograrse con una labor que, además, puede ser motivo para que profesionales técnicos logren especialización en rubros importantes, productos de la industrialización basural, que beneficien a la economía nacional. Este es un caso que más temprano que tarde tienen que estudiarlo los gobiernos municipales, las gobernaciones, la empresa privada o el mismo Gobierno central.
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