Adulación y traición a flor de piel

A fines del Siglo XX, bajo tutela del octogenario caudillo cubano, surgió el socialismo Siglo XXI, un proyecto político denominado en su momento como revolución, reforma, cambio o “Proletarios al mundo”, requería de un capital de arranque, que inicialmente se sustentaba en los petrodólares de Venezuela. Paulatinamente se fue concretando el club de los presidentes de Ecuador, Argentina, Irán, Brasil, Bolivia, Guatemala, Nicaragua, a quienes los definen como no comunistas, no capitalistas, no musulmanes, no cristianos. Pero pueden ser cualquiera de esas cosas, siempre que les garantice quedarse en el poder hasta morir. Metódicamente, cada cual con su narcisismo, han creado Estados sobre la base de ignorancia, pobreza y hambre de sus pueblos, convirtiéndose a pasos agigantados en dictaduras con estilo cubano.

Para lograr estos engañosos objetivos, a su turno estos caudillos organizaron “cumbres” y festines para adularse mutuamente, porque las relaciones y negocios iban viento en popa, específicamente con China, Rusia, Irán y también entre ellos. Sin darse cuenta que sus gobiernos son manejados por politiqueros y colaboradores ineptos y traicioneros, que son culpables de la actual bancarrota de varios Estados socialistas.

La adulación en política: En la entonces República de Bolivia, un folleto del partido de gobierno redactó que del 29 de diciembre de 2005 al 13 de enero de 2006, el Presidente electo llevó a cabo una gira internacional, calificada por medios de comunicación del mundo como “excepcional”, (obviando bochornos sucedidos en dicha gira). Durante dos semanas Morales hizo un recorrido (por Cuba, Venezuela, España, Francia, Bélgica, Sudáfrica, EEUU) en busca de apoyo político y económico para sus planes de transformación de Bolivia. Entonces la ciudadanía se preguntaba, quién o quiénes costearon el tour del Sr. Morales. ¿Sería con ahorros del futuro presidente; algún residuo de gastos reservados; cuotas de las organizaciones sociales; aportes de cocaleros y cooperativistas mineros; aportes de futuros ministros; incentivo por el triunfo de Evo, con petrodólares venezolanos; donación de empresas legales o “ilegales” para ser después beneficiadas con privilegios de alto monto económico?

Las dos primeras consideraciones están descartadas, las restantes son creíbles, pero de todas maneras aquí se demuestra un acto de adulación política o “desprendimiento de filántropos” por una causa revolucionaria, para posterior ajuste de cuentas.

Adulación es el acto de exaltar a una persona o decir lo que le place, por interés. Su característica es la falta de sinceridad y la búsqueda de un bien proveniente de la persona adulada.

Durante diez años el gobernante de los plurinacionales se ha mantenido con base en la adulación practicada por “sus” organizaciones sociales y parte de la población, a quienes les asignaron un salario mínimo mensual. Posteriormente se hallan los empleados del Gobierno que tienen escala salarial superior a la anterior, quienes deben portar un collarín de día y noche con la imagen del gobernante, además están obligados a ceder de sus salarios un aporte “voluntario” mensual para sostener a los marchistas y aplaudidores al jefe y subjefe del gobierno. Después están los mandos medios y autoridades del Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Órganos Electoral, FFAA, Policía, empresarios privados y otras instituciones sustentadas económicamente por el Gobierno, que tienen la obligación de exaltar la imagen del primer mandatario hasta el fanatismo.

Es más, tienen recursos económicos ilimitados, debidamente asignados para que ponderen actos de los mandatarios en nuestro territorio o el extranjero. Se aclara que estas actitudes de adulación son ocultadas ante la opinión pública. La divulgación de estos hechos cotidianos estará a cargo de los capitalistas o los opositores, utilizando obligatoriamente el satélite Túpac Katari.

Cualquier gobernante después de diez años de mandato debería saber que rodearse de aduladores puede resultar muy satisfactorio para su ego, pero es un gran riesgo político, pues ellos distorsionan la percepción que el gobernante pueda tener de la realidad. En estos días prevalece una pegajosa sintaxis claudicante. Las omisiones escandalosas, las lecturas a medias e interesadas oscilan desde la censura hasta el bochorno. Halagos y excesos han sustituido a los análisis ponderados, la exaltación constante a la reflexión serena, las lisonjas a las opiniones equilibradas. En resumen hay quienes han doblado tanto el tronco que se confunden con cuadrúpedos.

A estas alturas el Presidente debería saber que la adulación corrompe al adulador, porque su motivación es lograr una compensación interesada. Se compra lealtad a cambio de mentira o engaño. Y corrompe al adulado porque lo confunde y mantiene en una posición insostenible desde la razón. La adulación conlleva traición, ambos defectos no garantizan el éxito porque no se fundamentan en la realidad sino en la sublimación, con serios riesgos para el pueblo gobernado.

El ciudadano sabe quiénes son expertos aduladores y los más traicioneros del Gobierno.

El autor es docente universitario.

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