Lecciones en democracia: ¿impeachment?

Hace tiempo se publicó uno de mis libros con el título “Lecciones en Democracia”, donde se relata los diversos pormenores del diálogo propiciado por la Iglesia Católica entre los partidos políticos, los empresarios y trabajadores, a objeto de enfrentar la profunda crisis política, económica y social que se dio en el país durante el gobierno del Dr. Hernán Siles Zuazo.

En ese corto y complejo diálogo, luego de una confusa y compleja discusión entre los partidos políticos, luego de lo cual expresaron su posición los empresarios y trabajadores a través de sus organizaciones, que tampoco fue clara, sin asumir un compromiso trasparente con el país, el Dr. Siles renunció a su mandato dando lugar a un nuevo proceso político y social, donde si bien se pudo conjurar la crisis económica, solo tuvo una proyección que duró hasta que asumió el actual gobierno, que bajo el lema del cambio pretendió transformar, en vano, la estructura económica, que siguió siendo extractivista y más dependiente del contexto externo que antes.

Las lecciones fueron varias, entre las que cabría destacar la presencia de un árbitro imparcial como fue la Iglesia Católica, que incluso jugó luego un papel mediador importante en las etapas posteriores, ayudando en el apaciguamiento social y político que era indispensable para la puesta en práctica del ajuste económico, ya que éste no estaba exento de grandes sacrificios sociales y económicos, especialmente de los grupos sociales más vulnerables que lo soportaron con tal de que se controle la hiperinflación, lo que en cierta manera facilitó la aplicación de varias medidas económicas que en otro tiempo hubieran dado lugar a una grave explosión social, como el reajuste del precio de dólar, los combustibles y de muchos productos claves de la canasta familiar.

Desde luego, una lección básica estuvo en la actitud del presidente Siles Zuazo, que cumplió con la palabra empeñada con los obispos y con el país, al asumir una responsabilidad política más allá de sus propios intereses con tal de evitar la confrontación entre los bolivianos, logrando que la Iglesia pueda cumplir con su papel de mediador en la pacificación social del país y la continuidad del proceso democrático, aunque lejos de la discusión respecto a los obstáculos estructurales que aún siguen vigentes, con nuevos retos y fisonomía.

En Bolivia, lamentablemente, no existe la figura del “impeachment (acusación o denuncia)”, que con tanta sabiduría está presente en el Brasil, cuya gravitación trasciende los límites de esta parte del planeta, con mayor razón en nuestro país al ser nuestro principal mercado de exportación y una frontera importante y estratégica a la vez, sea en el comercio o el narcotráfico, para mencionar lo más significativo. Peor aún, cuando estamos próximos a definir un nuevo contrato de exportación del gas, en circunstancias que existen serias dificultades para mejorar nuestra capacidad competitiva frente a las ofertas externas existentes, que pueden crear muchas sombras en nuestra próxima negociación, al margen de la demostración de la existencia de reservas suficientes sobre las cuales hay serias interrogantes. Al margen, de que posiblemente se tenga que negociar con un gobierno de transición, que tendrá que ser muy cuidadoso tomando en cuenta especialmente la variable política y el estigma de la corrupción que estará presente de todos modos, por ser una variable que lamentablemente ha cundido con mucha fuerza y generalización.