Desde 1970 se celebra el Día Internacional de la Tierra, fecha que fue instaurada para crear una conciencia común a los problemas medioambientales, como la superpoblación, la producción de contaminación o la conservación de la biodiversidad.
La deforestación de los bosques es una de las mayores amenazas para la Tierra. Según Carlos Souza Junior, investigador científico senior de la ONG brasileña Imazon, la amazonia es una de las regiones más deforestadas y la que mejor contribuye a la absorción de dióxido de carbono (CO2) que genera el ser humano.
Según Souza, quien estuvo en Santa Cruz como conferencista sobre el uso de metodologías para detectar la deforestación en Bolivia -organizado por FAO- una hectárea de bosque amazónico absorbe una media de 150 toneladas de CO2.
El investigador reveló que en Brasil, que posee el 50% de los bosques amazónicos, en 2004 se registró la segunda mayor tasa de deforestación de la historia, con una pérdida de 27 mil kilómetros cuadrados (km2). Actualmente, el 20% de la amazonia brasileña está deforestada.
“Desde entonces, una serie de intervenciones políticas fueron implementadas”, afirmó Carlos Souza, al mencionar que una de las medidas fue crear una “lista negra” de municipios donde más se deforesta. “Estos municipios no pueden acceder a créditos públicos ni subsidios para agricultura o ganadería”.
Por su parte, Saúl Cuéllar, gerente de Proyectos de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), consideró que aunque Bolivia posee el 8% se evidencia un fuerte desbosque en la cuenca amazónica del departamento de Santa Cruz.
Según Raisg, Bolivia tiene una superficie boscosa de 333.004 km2, de los cuales se deforestó el 3,1% entre 2000 a 2013.
La selva amazónica es la más extensa del mundo, con 6 millones de kilómetros cuadrados, se extiende por los países de Brasil y Perú, que poseen la mayor extensión de la Amazonia, seguidos por Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Venezuela, Guayana Francesa y Surinam. Esta posee una de las ecorregiones con mayor biodiversidad en el mundo.
Las leyes y acciones de organizaciones ambientalistas no fueron suficientes, para evitar pérdida de 5,6 millones de hectáreas en 2011, en Bolivia el promedio de pérdida boscosa asciende a 180.000 hectáreas anuales, según datos de la Autoridad y Control Social de Bosques y Tierras (ABT).
A nivel regional, de acuerdo a un estudio de Terra-i, los países amazónicos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Perú, Surinam y Venezuela) perdieron 2,3 millones de hectáreas de bosque entre 2004 y 2012, el reporte no incluye Brasil, que según datos oficiales perdió 11,1 millones en el mismo período.
Sin embargo, de acuerdo a este estudio, en Brasil la tasa de deforestación continúa en descenso, de 2,7 millones de hectáreas en 2004 a 465 mil hectáreas en el 2012, en relación con el resto de los países amazónicos, donde el fenómeno es a la inversa, exceptuando los países de Bolivia y Ecuador.
Los efectos de la deforestación pueden ser mucho más graves que los que se presentan con los cambios climáticos, razón por la que evitar la deforestación es una prioridad en los países amazónicos, de acuerdo a las distintas ponencias e investigaciones presentadas por activistas medioambientalistas a nivel internacional.
La inexistencia de sistemas que regulen este complejo panorama podría repercutir una suerte de desequilibrio climático y ambiental, considerando que los bosques se encargan de mantener los equilibrios en el clima, prevenir los riesgos ambientales y conservar y regular los ciclos de agua. Asimismo, se encarga de la protección de cuencas y control de la erosión, además de la fijación de carbono, el hábitat de vida silvestre y diversidad biológica.
HERRAMIENTA
La Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada (Raisg), a través del documento Deforestación en la Amazonia (1970-2013), informó que la deforestación creció 37% y presiona sobre las cabeceras de los ríos amazónicos.
Raisg anunció recientemente en Santa Cruz la publicación de la edición 2015, aprovechando Google Earth Engine, una poderosa herramienta capaz de generar información a través de datos satelitales de diferentes agencias gubernamentales, especialmente de Estados Unidos, Europa y Japón.
PLATAFORMA
Carlos Souza Junior, investigador científico Imazon, revela que hay una nueva plataforma para procesamiento de datos en larga escala creada por Google, se llama Google Earth Engine. Con este tipo de plataformas es posible hacer el procesamiento rápido de todo el país, trabajo que tenemos que hacer bajando los datos, haciendo preprocesamiento en plataformas con muchos computadores; es decir, una nube de computadores.
“Y con los algoritmos, que son los códigos para hacer procesamiento, entonces es una plataforma que permite hacer ese tipo de trabajo a escala planetaria. La idea es que estamos conduciendo a desarrollar talleres para capacitar países a usar ese tipo de recursos para acelerar proceso de monitoreo”, dijo Souza.
Lo bueno es que es gratuito, es un servicio que es parte del trabajo de Google para contribuir con la Agenda del Cambio Climático Global, porque los bosques tienen gran potencial para mitigar efectos de gases de efecto invernadero.
En el caso de los proyecto en Raisg, están concluyendo el mapa para 2015. El proceso que tomaba como más de seis meses por año, se está concluyendo en la mitad del tiempo para todos los países de la cuenca amazónica.
“El mapeo que estábamos haciendo cada cinco años, ahora lo podemos hacer todos los años. La idea es que esta información sea usada para planificación regional”, dijo.
AVANCES TECNOLÓGICOS
Con estos avances tecnológicos, actualmente se puede hacer un estudio de los bosques por satélite igual de completo en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y lo que antes un estudio de esta naturaleza representaba por lo bajo unos 10 años ahora solo tomará 10 días. La frase del técnico forestal de FAO Danilo Mollicone da una idea del alcance de la democratización en el uso de la teledetección por satélite. “Ahora mismo, cualquiera con un ordenador y una mínima formación puede explotar su potencial”. Y los posibles usos se antojan casi infinitos: control y prevención de la deforestación, de las plagas y enfermedades, de la pesca ilegal, entre otros beneficios.
Ya no hace falta ser un país rico. Con pocos recursos y capacidades se podrá hacer análisis completos de nuestros bosques y del uso de la tierra cada poco tiempo. En los años sesenta, un país como Turquía tardó 10 años en hacer un inventario de sus bosques. La cosa mejoró con el lanzamiento de satélites, pero aún en 2000, Costa Rica necesitaba nueve meses y una inversión de varios de millones de euros. Había que formar al personal para interpretar las imágenes y se requerían potentes ordenadores para procesar semejante cantidad de datos. Hoy, se puede hacer en días o incluso horas sin necesidad de sistemas especializados, según Alfonso Sánchez-Paus, uno de los responsables del desarrollo del software que explota las imágenes relativas a los bosques.
Es rápido y barato. Entre la formación, el personal y los medios necesarios, en 2000 cada hectárea analizada podía salir por unos nueve dólares. Todo un país, muchos millones. Hoy, el coste es prácticamente nulo, más allá del personal que se decida contratar y la conexión a internet. Eso significa que países con economías deprimidas podrán permitirse hacer estudios de deforestación o de cambios en el uso de la tierra con regularidad, para tomar decisiones adecuadas sobre agua, bosque, cultivos, entre otros.
Google Earth Engine ha puesto en la nube un gigantesco archivo de imágenes de satélites como Landsat, o Copernicus, que se remonta a 1972. Esto permite analizar cambios históricos o alteraciones casi en tiempo real, con imágenes nuevas cada cinco días.
Y ahí está, por ejemplo, la FAO, que lleva meses colaborando con Google para buscar nuevas utilidades a la tecnología. De ahí, centrándose en lo forestal, han surgido programas como Open Foris o CollectEarth. Esta última aplicación de las imágenes de Google Earth y otras fuentes es para facilitar el análisis de tierras y bosques. Pero en ese campo, aprovechar la vista geoespacial no implica abandonar el análisis tradicional sobre el terreno. Solo que ahora, con un smartphone o similar, las imágenes que tome el técnico pueden ser incorporadas al análisis de forma casi inmediata para completar el retrato de la zona.
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