Hemos leído notas editoriales de periódicos y otras publicaciones, sobre el tema preocupante de la migración de campesinos de origen indígena hacia grandes ciudades de Bolivia y otros países.
En estos tiempos, muchos activistas políticos asisten a concentraciones masivas en áreas rurales con el objetivo de exhortar a los jóvenes campesinos para que orienten sus vidas hacia el pasado aymara e inclusive a realizar una existencia similar a las épocas del incario (?) y para tales situaciones, aconsejan la utilización preferencial de la “wiphala” en desmedro de la tricolor (rojo, amarillo y verde), dialogar en aymara y quechua, compartir “wajchas”, aynis, zahumerios e invocaciones a la Pachamama, entre otras costumbres de siglos pasados.
LA REALIDAD
En las provincias, por ejemplo, observamos que la juventud campesina no obedece ni toma en cuenta esas recomendaciones inspiradas en un notorio odio hacia los “k’aras”; y todo lo contrario, paulatinamente y con el paso de los años, esas nuevas generaciones orientan sus vidas hacia costumbres de gente que habita ciudades bolivianas y de otras grandes urbes de América y Europa.
Tal vez esos activistas políticos (amargados) con esas ideas de retorno hacia el pasado aymara precolombino, no han debido observar ese comportamiento extranjerizante de grandes sectores de la juventud campesina de hoy.
BLUSAS Y PANTALONES
Esto para psicólogos y sociólogos noveles que ahora egresan en grandes cantidades de infinidad de universidades: ¿han observado el curioso caso de mujeres madres que utilizan (orgullosamente) vistosas y elegantes polleras, largas trenzas, mantas y sombreros de copa alta, transitando por calles de capitales de provincia y ciudades, junto a sus hijas adolescentes que van junto a ellas luciendo pantalones ajustadísimos con la cintura muy por debajo del ombligo, blusas holgadísimas que dejan los hombros desnudos (y algo más) a la vista; y diversos collares y crucifijos en el pecho? , ¿y casi la totalidad de esas jóvenes con los cabellos teñidos de colores amarillentos y de tonos rojizos? Todo ello, rematado con el infaltable teléfono celular conectado con auriculares blanquísimos.
VARONES
En el caso de los varones ocurre lo propio: siguen la moda occidental consistente en cortes y peinados al estilo de los mohicanos de Norte América, matizados ellos con diversos colores (especialmente violáceos). Los pantalones son ajustadísimos con roturas en varios sitios y los calzados son rojos, verdes, celestes, etc. sin descuidar el infaltable teléfono celular con auriculares. Para qué vamos a referirnos a otras características que impone la moderna moda occidental vigente en Bolivia, América, los EEUU y Europa.
MESTIZAJE
Existen muchas otras características que nos demuestran el hecho de que tanto adolescentes mujeres y varones procedentes de áreas rurales y cuyos padres son campesinos de origen aymara y quechua generalmente, ya no desean seguir con la vestimenta y costumbres de épocas pasadas (y del incario). Ellas y ellos, con el paso del tiempo y como está la situación, irán inexorablemente a engrosar las filas del mestizaje en Bolivia.
Hay más tela que cortar sobre este tema, pero por hoy basta. Sirvan estos datos para fines consiguientes (como escriben algunos abogados).
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