El gobernador del Estado de Miranda, Henrique Capriles (del partido Primero Justicia) y el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup (de Acción Democrática), ambos opositores, se trasladaron a la prisión de Ramo Verde para obtener la firma de Leopoldo López (dirigente de Voluntad Popular), encarcelado desde febrero de 2014, y sumarla a las más de 1,5 millones de rúbricas reunidas para iniciar los trámites para destituir al presidente Nicolás Maduro.
A ambos dirigentes los acompañaron el jefe de la fracción parlamentaria de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), Julio Borges, y el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, el arzobispo Diego Padrón.
Más allá del éxito de la gestión, que tiene pocas posibilidades de prosperar debido al riguroso régimen de visitas impuesto al líder opositor, el gesto es significativo. Durante muchos meses, los tres dirigentes de oposición más importantes del país se han mantenido unidos obligados por las circunstancias, pero sus agendas y su postura frente al Gobierno chavista son a menudo distintas. Ramos Allup, por ejemplo, era partidario de reducir mediante una enmienda de la Constitución la permanencia de Maduro en su cargo y López siempre ha invocado al poder constituyente para redactar una nueva Carta Magna que socave el poder discrecional del Ejecutivo.
La propuesta impulsada por Capriles ha ganado la mano y todos los partidos lo han reconocido. Más que un espaldarazo a su liderazgo, que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) haya dado el pistoletazo de salida al referéndum para pedir la revocación del mandato de Maduro le ha dado también forma estratégica a la lucha de la oposición por llegar al poder central tras 16 años de Gobiernos chavistas. Solo son necesarias 197.978 firmas “el 1% del padrón electoral” para cumplir con el primer paso exigido por el CNE. “Ya no necesitamos más firmas”, afirmó ayer en Twitter Capriles, excandidato presidencial. Una afirmación que pretende preparar a sus seguidores para los obstáculos que se encontrarán a lo largo del camino. (EL PAÍS de España)