El aborto impune

Fue terminante el rechazo de la Iglesia Católica a la RM 1.508 emitida por el Ministerio de Salud, la cual permite implementar el aborto provocado, permitiendo la decisión a “discrecionalidad de la mujer y del médico”. Se constituye evidentemente en una flagrante disposición injusta, ilícita y anticonstitucional, que no solo rechaza el derecho a la vida del niño concebido, sino pone en peligro la salud de la madre, que se pretende preservar. En consecuencia, la Iglesia pide a la justicia frenar el indicado protocolo que conducirá sensiblemente a la práctica nefasta del aborto provocado en los inicios de gestación.

Por otra parte, el prelado pide, asimismo, se respete la objeción de conciencia manifestada por profesionales médicos para el rechazo personal de este tipo de aborto voluntario y demanda al mismo tiempo a la justicia su protección legal a favor de esta determinación personal del sector.

Deplorablemente, la nueva arremetida contenida en la mencionada RM 1.508 enfrenta nuevamente a nuestra comunidad a la angustiosa realidad del embarazo no deseado, ante el cual se propone y sugiere la respuesta más perversa y desnaturalizada, que es el rechazo al hijo engendrado.

Al respecto es pertinente evocar las recientes declaraciones del Santo Padre en relación con este atentado, de que en primer lugar la vida no se detiene, es continua y que el periodo prenatal no es de segunda clase, ya que “los embriones no son material descartable, que la concepción no es un mal y que aborto e infanticidio son delitos abominables”.

Afortunadamente, hoy la objetividad científica y tecnología médica contenida en recientes resultados de los proyectos BRAIN (USA) en la decodificación del genoma humano, en coordinación con la Sociedad Pediátrica de Florencia (Italia) y la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña), que comenzaron el año 2014, dejan de lado las “concepciones místicas” y prejuicios errados en nuestra propia cultura. Sus conclusiones afirman en común que definitivamente nuestro cerebro custodia -a partir del óvulo fecundado en el primer “soplo” de la alianza óvulo-esperma en el instante del milagro de la concepción- una copia de todo nuestro patrimonio genético, determinando no solo las características físicas sino principalmente su personalidad.

Y que a partir de aquel primer instante existe una comunicación madre-feto en un organismo ya completo, complejo y diferenciado de un nuevo ser humano, un niño ya formado que solo “crece” en el posterior periodo de la gestación, es decir una vida humana, cuyos órganos no se forman sino simplemente se desarrollan, aumentan y maduran a partir de su primera fase.

Finalmente señalan que el embrión y el feto reciben mensajes de su propio cuerpo, de la madre o del exterior y que además, a partir de la fase señalada de su concepción, ya distingue los elementos esenciales para su propia vida. Es decir que discierne desde el primer instante a quienes ignorar y ante cuales reaccionar. Consecuentemente, su memoria se encuentra materializada y consolidada desde el primer instante.

De esta manera que ahora el problema ya no se constituye en un enigma insondable para el entendimiento y saber. Hoy las jóvenes deben estar despojadas de ideas erróneas, mitos y temores acerca del embarazo. Si no quedar embarazadas es importante para ellas, tienen modernas y efectivas opciones de anticoncepción, altamente eficaces y totalmente reversibles, aplicadas siempre bajo criterio médico.

Infelizmente, el aborto provocado, que actualmente crece con un ritmo canceroso y que no tiene defensa más que en mentes enfermizas víctimas inocentes o no tan inocentes, es el resultado de manipulaciones políticas-ideológicas, principalmente económicas, inconscientes, puesto que el aborto provocado, conforme estadísticas mundiales, ha ocasionado más muertes que en nueve guerras sostenidas por EEUU en un periodo de cuatro años.

El aborto es violencia; por ello el pontífice Pablo VI en su momento enlazó la defensa de la paz con la defensa de la vida, afirmando que “el sí a la paz suena como un sí a la vida” y que el desprecio a ésta última es consecuencia del proceso de secularización del hombre, que ha llevado a cancelar en ellos la imagen de Dios, que por su semejanza, hace del ser humano un ser sagrado e intocable.

El autor es abogado.

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