La vieja política ha sido siempre nuestra obsesionada inclinación. Muchos viven de la política y con desfachatez expresan que en política todo vale: lodo, intrigas, transfugio, falacia, demagogia, “llunkerío”, cinismo, hasta llegar a la guerra sucia.
Mientras en otros países dejan la política atrás, en Bolivia está adelante, primero el interés político partidario, después el problema económico, sin considerar que los empresarios son el motor del país, potencian la economía y diversifican el aparato productivo nacional, pero son maltratados, no se les guarda consideración alguna. El sector laboral exigente, pide incremento salarial del 8,5 por ciento, doble aguinaldo sin importarles que empresas trabajan a media máquina, apenas pueden pagar sueldos, están endeudados hasta el cuello, soportan la competencia china que invade mercados. También aguantan la gran competencia desleal de las 27 empresas públicas del Estado. En cargos públicos deberían estar profesionales competentes, pero por política, son ejercidos por mediocres afines al oficialismo. El título profesional no sirve, no es requisito indispensable para ejercer el cargo de Defensor del Pueblo, aunque se debería designar a un abogado o abogada de solvencia moral, concientizada en el cuidado de su institucionalidad y que defienda los derechos humanos con total independencia. En el Estado, por política, están como autoridades interinas, cuando debieron ser regidas por titulares independientes.
En el gobierno del MAS hay rotación, eran ministros, hoy son viceministros, los ex viceministros en carteras inferiores. La ética no interesa. Los mismos diputados de ayer en las presidencias de la Asamblea Legislativa, no tienen reemplazantes. Al parecer en el MAS no hay gente, dice la opinión pública. Este ente no tiene estructuras de partido, carece de proyectos históricos alternativos y de líderes de alta jerarquía. El MAS no es un partido político orgánico, porque no tiene funcionalidad necesaria, no tiene una sub jefatura, tampoco un comité ejecutivo, de ahí que Evo Morales no tiene un sucesor.
Desde los tiempos lejanos en que los doctores y los militares se hicieron cargo del control del país predomina la politiquería. Los campesinos antes de 2006 estaban entregados a labores en agricultura, ahora están embarcados en la politiquería en una burguesía campesina dominante, gustosos de reuniones en asambleas, cumbres, proclamaciones, encuentros, foros, abandonaron sus sayañas y ayllus. Integrantes en el poder al parecer no convencieron al presidente Morales que cuestionó tareas encomendada a ponchos y polleras. Ciertamente se aplazaron aunque aprovecharon del Fondo Indígena saqueado. Desde Santa Cruz hasta Montes y de Siles Zuazo hasta Morales Aima, casi nada ha cambiado en realidad y así como en los comienzos, ahora los bolivianos nos encontramos enfrentados entre oficialistas y opositores.
En los primeros años de gobierno el Jefe de Estado pregonaba: hemos llegado a Palacio para toda la vida, no estamos de visita, pero con los resultados del referéndum de 21 de febrero la situación política ha cambiado y en el Gobierno parece existir incertidumbre. De todos modos Morales tiene cuatro años más para solucionar los casos del costo de vida, desempleo, pobreza, narcotráfico, corrupción, derechos humanos, inmoralidad y otros que desprestigian al Estado Plurinacional.
Una vez más habrá que decir, el país está saturado de política barata. Todo el accionar está inmerso e impregnado de política sucia y cínica. En Bolivia no hay civismo ni patriotismo, solo ambición de poder. En una oportunidad Wálter Guevara Arze dijo, la política no es el arte de la ética.
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