Muchas veces, todos los medios de comunicación social han mostrado casos de maltrato y hasta crímenes cometidos contra mujeres; varios casos han sido llevados a la justicia ordinaria; en varias ocasiones autores de todo tipo de delitos contra mujeres, y hasta niños, han sido ignorados no sólo por las autoridades de gobierno sino por los estrados judiciales; pero, hay que convenir en que, en la generalidad, poca o ninguna importancia se da a casos de reincidentes, puesto que tampoco en su momento recibieron los castigos que merecían los delitos cometidos contra mujeres.
Hay crímenes, violaciones, golpizas, heridas con armas blancas y otros delitos que son cometidos contra esposas y compañeras de quienes dicen amarlas y las someten a maltratos de toda clase; en casos, recurrir a las autoridades policiales resulta vano porque hasta surge la exigencia de que “se les presente al autor”. Hay situaciones de violadores que, luego del delito hieren y hasta matan a sus víctimas; son personas que luego de guardar “detención cautelar” por pocos días son liberadas por orden fiscal o de cualquier juez.
Los crímenes y maltratos a mujeres son debidos, en la mayoría de los casos, a falta de valores y principios en los que cometen semejantes extremos; en general estos hechos son debidos a la cobardía de los autores, que no son capaces de enfrentarse a quienes podrían defenderse y toman como víctimas a sus esposas, hijas y familiares; en muchos de los extremos, la cobardía los induce a ingerir grandes cantidades de alcohol y bajo su influencia cometen atrocidades indefinibles.
Hay diversas leyes y disposiciones que muestran caminos claros para sancionar a autores de crímenes contra los derechos de las mujeres; pero ni las autoridades policiales ni las judiciales adoptan medidas punitivas que eviten repetición de los hechos y, en algunos casos, inclusive constando perfectamente los delitos cometidos mediante las respectivas pruebas, se libera de cargos a los autores sea por presiones político-partidistas, por lenidad e irresponsabilidad de jueces o por simples decisiones de algún fiscal sobre el que habrían predominado recomendaciones o influencias. Así, con estas falencias, es imposible el cumplimiento de las leyes y menos que personas cobardes y hasta con insanías mentales se abstengan de cometer delitos.
Es importante que las autoridades de gobierno y las judiciales actúen con eficiencia, honestidad y energía contra los autores de abusos y maltratos contra mujeres; autoridades que están obligadas a que se cumplan las leyes, inclusive para sentar precedentes porque las debilidades y las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” lo único que hacen es incitar a la repetición de los mismos delitos y resultan en los hechos, que el precedente que se sienta muestra caminos de impunidad para el surgimiento de personas con las mismas inclinaciones.
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