España (El País).- Cuando el ballet es bueno, no solamente gusta más allá de los estilos y de las modas, sino que deja esa poderosa impresión de gran obra de arte en movimiento. Hasta ayer domingo se extendieron los primeros fastos en Montecarlo por el Día Internacional de la Danza y el 30º aniversario de la compañía titular monegasca. Habrá más sorpresas en la temporada siempre con la idea conmemorativa, como la presencia de Mijail Barishnikov a fines de junio y el estreno en julio de la creación de Jean Christophe Maillot, director artístico de la compañía, de L’enfant et les sortilèges (Ravel) y El beso del hada (Stravinski), esta última con coreografía de Vladimir Varnava. La cita esta vez era con el coreógrafo checo Jiri Kilian (Praga, 1947).
Maillot lo invitó a conformar una noche bajo el título En compañía de Jiri Kilian, y para esa velada, el creador tuvo total libertad. Escogió tres obras muy diferentes entre sí de su monumental y dinámico catálogo: Bella figura (1995); Gods and dogs (2008) y Chapeau (2005), el programa se completaba con el vídeo titulado Oskar, producido, dirigido e ideado por Kilian en Montecarlo esta primavera con la participación actoral del propio Maillot y de la ya bailarina retirada Bernice Coppieters, actualmente maestra principal del conjunto. El título es el nombre del perrito mascota del director (que también aparece fugazmente en la filmación) y la música de Prince -en concreto los temas Musicology. On the Couch y The Work- como un homenaje. Cuando empezaron los ensayos y las grabaciones, Prince estaba muy vivo, y el día antes del estreno, ya había fallecido. Fue impactante para todos, especialmente para Kilian, que ama su música y que había seleccionado las canciones del vídeo de 4 minutos de duración. Irónico y con una exultante rítmica en las imágenes, el corto fue recibido con grandes aplausos y bravos. Kilian y Maillot son amigos desde hace décadas, tienen una enorme complicidad y el resultado rezuma este ánimo. Sus encuentros siempre son productivos y enriquecedores. Las coreografías de Kilian no pierden valor con el tiempo, sino que muy al contrario, adquieren un peso estético que no necesita explicaciones. Allí se comentaba, con razón, que actualmente es el coreógrafo vivo más representado en el planeta. No hay más que consultar su web para encontrar un apretado calendario de estrenos y reposiciones en todas las latitudes.
La obra final del programa, Chapeau, subtitulada por el propio Kilian como “pieza de ocasión” es un divertimento en toda regla. Fue redactada en 2005 para el 25º jubileo de la Reina Beatriz de Holanda y el motivo son los muy comentados sombreros de la soberana, reproducidos al detalle para la ocasión por Elizabeth van der Helm. El resultado es hilarante y muy divertido, en todo jocoso, pero no irreverente que en su estética toca la revista de lujo, donde no falta el frufrú del raso dorado y los grandes abanicos. Es una idea, tal como se podría hacer otro ballet con los bolsos de Isabel de Inglaterra o las tiaras de Federica de Dinamarca, y otra vez la música de Prince inundaba el Forum Grimaldi con su fuerza, mestizaje y sensualidad.