Sin duda, uno de los indicadores clave del desarrollo económico es la productividad laboral, la cual es entendida como el nivel de producción de camisas, automóviles, servicios, etc., realizada por un trabajador en un período dado.
De esta manera, la productividad refleja las transformaciones técnicas, tecnológicas, científicas y administrativas de los procesos productivos, los cuales, a su vez, están relacionados con la acumulación de capital físico (aumento de maquinarias, equipos, etc.) y humano (mejoras cualitativas y cuantitativas en salud, habilidades y conocimiento de la población).
El análisis de cómo está Bolivia en materia de productividad laboral es forzoso realizar comparación de datos. En términos de niveles, se nota un rezago del indicador en el país. En 2012 representa apenas el 37,5% del mundo, y el 47,3% de las economías que componen América Latina y el Caribe. Esto quiere decir que, en promedio, un trabajador en Bolivia –en un período dado– produce cerca de una tercera parte de la población ocupada mundial y cerca de la mitad de la de América Latina y el Caribe; por lo tanto, genera menores ingresos y rentas en proporciones parecidas.
Con todo, en términos de tasa crecimiento, la productividad laboral presenta un desempeño promedio, comparable con América Latina y El Caribe. En este caso, destaca la tasa para el mundo (impulsada principalmente por China, India y los países del Este Asiático y el Pacífico), así como de Chile, Uruguay y Perú. En contraste, Venezuela registra un decrecimiento negativo, lo cual refleja también los problemas económicos actuales en este país.
PRODUCTIVIDAD EN BOLIVIA
Una primera explicación es que en la economía priman empresas micro y pequeñas –unipersonales, familiares, etc.–, intensivas en trabajo y de bajo uso de capital, conocimiento y tecnología, y que además absorben a la mayor parte de la población ocupada (más del 80%). En el caso de la industria, por ejemplo, la productividad promedio de estas unidades representa menos de la quinta parte de aquellas medianas y grandes.
Un segundo aspecto se relaciona con la composición de la población ocupada a nivel sectorial; dado que algunas actividades necesitan de hecho más trabajo por unidad de producto que otras y, por tanto, la productividad laboral en estas es menor (ceteris paribus).
En particular, los rubros agropecuario y de comercio, intensivos en trabajo, absorben al 47,6% de los trabajadores bolivianos –de acuerdo al Censo 2012–; mientras que hidrocarburos y minería, que usan muy poca mano de obra, componen apenas el 1,9%. Una última explicación está asociada con los varios problemas estructurales que limitan el desarrollo productivo en el país, los cuales han sido ampliamente discutidos bajo el título de clima de inversiones.
Fuente: Beatriz Muriel, Ph.D. , Investigadora Senior del Inesad, Ph.D. en economía, bmuriel@inesad.edu.bo.
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