En mi columna de la semana pasada me referí al problema mundial del agua. En ésta y probablemente le seguirán dos más, tocaré la importancia de analizar nuestra disponibilidad de agua dulce y los problemas en materia de aprovechamiento interno, así como los problemas que tenemos sobre las aguas transfronterizas. Usaré dos fuentes principales de información: el valioso texto de Ismael Montes de Oca, su “Enciclopedia Geográfica de Bolivia”, Editora Atenea (2005) y un trabajo, con amplia difusión internacional, de Fernando Urquidi Barrau, Ph. D., Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, “Un punto de vista estratégico sobre la problemática de las aguas transfronterizas”.
Como señala Montes de Oca: “Bolivia es un país que cuenta con inmensos recursos hídricos, tanto superficiales como subterráneos, que han sido aprovechados en una escala muy pequeña. Los recursos hídricos superficiales de una determinada región provienen directa o indirectamente de la precipitación pluvial caída en su cuenca de alimentación que da lugar a ríos, lagunas, lagos y manantiales.
La Subcuenca amazónica con más de 700.000 Km2 significa el 65,7%, la del Plata con 226.000 Km2 constituye el 20,5% y la subcuenca altiplánica con algo más 154.000 Km2 el 13,8%. De lejos la cuenca amazónica es la más grande.
Como destaca Urquidi: “Situada en la posición 20 entre los países con mayor disponibilidad de agua en el mundo, Bolivia tiene una gran disponibilidad de agua dulce. Asimismo, Bolivia es en América Latina uno de los países de mayor oferta de agua dulce por habitante, aproximadamente 50,000 m3/ hab./año. Sin embargo, su potencial hídrico en sus cuatro macrocuencas, tanto superficial como subterráneo, no ha sido completamente determinado ni explorado. La distribución espacial y temporal de este importante recurso no es homogénea en todo el territorio nacional. Existen zonas donde se halla una mayor disponibilidad de agua, con altas precipitaciones anuales, pero en casi la mitad del territorio este recurso es escaso y existe un déficit hídrico”.
Frente a este cuadro, conviene recordar la frase admonitoria de Alfonso Gumucio Reyes, en el futuro los “ríos no llegarán al mar”, señalando algunos ejemplos en África y Asia, de ríos que son aprovechados en su totalidad tanto para consumo humano como para riego, generando problemas internacionales.
En el caso boliviano, al tener una extensa frontera acuática, los cuestionamientos sobre el derecho y uso del agua contigua y compartida son inevitables y dan lugar a una problemática de agua transfronteriza que requiere una permanente gestión y vigilancia para que exista una pronta solución a cualquier controversia o litigio, tal como en los casos del Silala, el Lauca, el Mauri y con seguridad se generarán algunos problemas si Bolivia no está atenta a sus convenios con Brasil en torno al uso que ya se ha iniciado de las aguas del río Madera en la frontera norte de nuestro país.
Adicionalmente, cada año el país es azotado por sequías, granizos, inundaciones y otros fenómenos climáticos que en muchos casos son impredecibles y agravados por fenómenos como El Niño y La Niña, lo cual genera problemas de escasez a las poblaciones de la parte andina del país.
Pero, pese a la abundancia de los recursos hídricos de agua dulce, algunas ciudades y poblaciones rurales del país son afectadas por la escasez debido a la carencia de políticas departamentales o municipales que no realizan las inversiones necesarias para atender tales necesidades. Una muestra es el reciente pronunciamiento del señor Vicepresidente de la República, sorprendido por la mala dotación de agua a la capital tarijeña, pese a que este Departamento dispuso en los pasados 8 años de cuantiosos recursos financieros, al ser uno de los principales exportadores de gas y, por tanto, dispuso de importantes transferencias de dinero al Departamento.
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