El presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció en días pasados que procederá a la privatización o capitalización de la tercera represa más importante de ese país, la misma que está concluida en 92 por ciento y producirá 487 megawatios. Esa importante obra del Estado ecuatoriano tuvo un costo de más de 800 millones de dólares.
La información que confirma el cambio de orientación de la política estatista del “socialismo” del Siglo XXI hacia el sistema de la empresa privada, fue anunciada por el mismo presidente Correa, quien dijo que su gobierno estaba procediendo en ese sentido con el objetivo de recaudar fondos para contrarrestar los efectos del terremoto que asoló varias provincias ecuatorianas, produciendo cerca de 700 muertos, dos mil heridos y pérdidas por más de 3 mil millones de dólares.
A ese desastre producido por el sismo, se suman los efectos de la caída de los precios de las materias primas, en particular petróleo y algunos alimentos, que en años anteriores alcanzaron cotizaciones exorbitantes y sirvieron para producir un notable progreso social y económico en esa Nación. Gracias a esos altos precios, Ecuador se lanzó a un plan para convertirse en “potencia energética”, objetivo que está a punto de lograr con la construcción de varias hidroeléctricas, entre ellas la “Sopladora”, que está casi concluida y pasará a manos privadas. Otras grandes hidroeléctricas en construcción son de Azuay, y Morona Santiago, que posiblemente también serán “capitalizadas”.
El presidente Correa que empezó a desmarcarse del bloque populista continental, al oponerse al prorroguismo presidencial, ahora tomó una nueva decisión en sentido “neoliberal” de poner freno a la realización de proyectos faraónicos y privatizar los existentes. Justificó su nueva política económica diciendo: “Construimos las hidroeléctricas, lo hemos hecho bien, hemos logrado la soberanía energética, somos exportadores de energía, pero dadas las circunstancias tenemos que vender una hidroeléctrica”.
El notable viraje económico-político liberal del presidente Correa agrava el aparatoso derrumbe que está sufriendo el “socialismo del Siglo XXI” en los países de mayor importancia económica de América Latina (Argentina, Brasil, Venezuela), fracaso que no solo confirma la impracticabilidad de ese sistema idealista subjetivo, sino que termina de desprestigiarlo, sin tomar en cuenta el desplome del socialismo soviético a partir del derrumbe del Muro de Berlín.
Además de poner en venta la plata hidroeléctrica de Sopladora, el Presidente ecuatoriano anticipó que también su gobierno venderá algunas empresas que fueron estatizadas y nombró el Banco del Pacífico y dos canales de Televisión que fueron estatizados y que están valorados en alrededor de 30 millones de dólares.
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