Se suele decir que un fantasma -sobre todo quienes aseguran haberlo visto- hiela la sangre, o asusta en sumo grado, dejando paralogizado a un ser humano. Sobre el particular, en diversas culturas del mundo se sostiene que son supuestos espíritus o almas descarnadas de seres muertos, o que en todo caso es la imagen de alguien que falleció. Lo evidente es que muchas personas aseguran que sí existen. Hasta se hizo películas y se creó personajes, como por ejemplo “Gasparín”, hace décadas, aunque se trataba de un fantasmita amistoso. Luego se hizo popular una serie de películas, también hace muchos años, de los “cazafantasmas”, que buscaban, a solicitud de personas supuestamente acosadas por éstos, para exterminarlos.
En nuestro medio, hablando de todo el país, existen innumerables versiones sobre estos seres “del otro mundo” que hacen poner los pelos de punta a quienes juran que se toparon con alguno, de manera particular en edificaciones denominadas pesadas y en las mismas que sucedieron hechos desgraciados.
También desde hace mucho se habla -se lo sigue haciendo- no sólo en nuestro medio, sino particularmente afuera, más aún entre los periodistas deportivos argentinos, en torno al “fantasma de la altura”. Y vaya que no dejaba de ser una especie de ánima favorable a los locales, y contraria a los visitantes. Se especuló mucho sobre aquello, al extremo de que algunas autoridades deportivas internacionales del fútbol quisieron vetar a las ciudades que se encuentran en la altitud, y particularmente a las de Bolivia, lo que, con una cerrada campaña afrontada entonces, se pudo evitar. Empero, siempre está presente el “fantasma” ese, y mucho peor cuando alguno que otro jugador mediocre en el oriente también se sumó, refiriéndose desafortunadamente al respecto.
Sin embargo, digamos que hace rato, aquello ya no es “cucu” para los equipos extranjeros, por cuanto, inclusive sin necesidad de un largo período de adaptación a la altura, que recomendaban determinados expertos, ahora vienen y ganan, y un poco más “se pasean en la cancha haciendo ver pelota cuadrada a los locales”. Por ello, haciendo hincapié en la caricatura de un suplemento deportivo, se puede nomás afirmar que el “fantasma de la altura”, natural aliado de los equipos de nuestro medio, se “suicidó de pura bronca”. Y es que, piensan los aficionados o hinchas, al ver que no pueden hacer gran cosa los nuestros frente a los foráneos, ahora ya no existe ese “fantasma” aliado, al que se le deben quizá muchísimas victorias que les hicieron vivir horas felices. Entonces, concluyo señalando: en paz descanse el fantasma de la altura. Amén.
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