Con 12 días de cerco, la vida languidece en Plaza Murillo



CERCO A LA PLAZA MURILLO. EL ACCESO ES DIFÍCIL.
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Las casonas históricas que rodean a la Plaza Murillo son testigos mudos de la soledad de las palomas que ya ni siquiera se posan en los monumentos que animan el histórico lugar, sin alimento y sin la compañía de la gente que visitaba el lugar. El “kilómetro cero” del país se convirtió en un paraje desértico, en especial los fines de semana. Sólo se divisa a los soldados que en silencio resguardan el Palacio de Gobierno. Ya son 12 días que el centro político del país está aislado con cercos de rejas.

La plaza que otrora, en fin de semana, se llenaba de turistas y familias que con sus niños visitaban el lugar para dar de comer a las palomas, sacarse fotografías y pasar un momento agradable, ahora yace solitaria. En tanto, muchas aves, símbolos de la paz, esperan hambrientas a quienes hace semanas las visitaban y alimentaban alegremente.

Durante la semana, se observa un transitar paciente de todos aquellos que no solo trabajan en el centro político y gubernamental, sino también de aquellos que acuden a sus fuentes de trabajo en negocios que se encuentran sin movimiento alguno, ocasionándoles cuantiosas pérdidas económicas.

Detrás de rejas que flanquean el ingreso a la calle Ballivián, se puede ver un campamento improvisado de discapacitados, quienes después de más de treinta días de marcha llegaron a la ciudad, movidos por la angustiosa carencia, total en muchos casos, de asistencia gubernamental, no obstante ser el sector más desvalido de la población.

Detrás de las rejas se pueden observar a decenas de policías muy bien pertrechados, custodiando las puertas, controlando el ingreso de ciudadanos con credenciales u otra prueba para admitir su ingreso a la plaza, otros guardianes simplemente parados afuera o sentados en el interior del Palacio, esperan órdenes. Si otra fuera la lógica elegida, ellos estarían realmente al servicio de la ciudanía o disfrutando con sus familias.

La historia y los sucesos en torno a los conflictos sociales y de Gobierno demuestran que los cercos, muros y obstáculos nunca fueron la solución en los enfrentamientos, al contrario provocaron mayor enfrentamiento y dolor. Después, difícil de subsanar, lo prueba la historia. Las soluciones siempre partieron de la disposición para dialogar, asumiendo la realidad de cada parte, en eventualidades de conflicto.

 
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