Pertenecer a organismos que tienen que ver con la integración, empezando por Aladi y terminando en el Mercosur después de haber pasado por el Pacto Andino sin haber logrado grandes ventajas para el país, es un despropósito muy peligroso, porque la realidad y las experiencias señalan que no se puede ser parte activa de cualquier proceso de integración tan solo en lo diplomático o sea en forma ficticia, artificial y no ser parte activa y sustancial de los mismos.
Hay que preocuparse por el hecho de que en una década del actual Gobierno nada se ha logrado en materia integracionista comercial con la apertura de nuevos mercados para la exportación. Este es un fenómeno que no ha sido tomado en cuenta por el Gobierno ni por la empresa privada y las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” han cobrado sus dividendos hasta colocarnos en posición aislada del común denominador en América Latina que, quiérase o no reconocer, han sido activos militantes y actuantes para lograr ventajas y conseguir mercados para su producción.
Examinadas nuestras participaciones en los procesos de integración se llega a la conclusión de que poco o nada hicimos para incorporarnos efectivamente para ser partícipes no solamente de las ventajas comerciales sino de los cambios tecnológicos que se han producido en todo el mundo y que nos dejaron rezagados a los bolivianos. Los procesos habidos en América Latina, si bien han sido débiles en sus operativos, han logrado incorporarse a procesos habidos en Norteamérica -caso de EEUU, México y Canadá- y han conseguido avances sustanciales para colocar su producción y atraer inversiones. La Unión Europea ha jugado papeles importantes en Latinoamérica con los países que han decidido actuar conjuntamente ese proceso que hizo de Europa un continente unido férreamente para el logro de ventajas.
Es importante que nuestro país, dejando de lado chauvinismos y posiciones ideológicas antagónicas, retome lo que podría ser un proceso integrador al conseguir con los Estados Unidos el retomar el Atpdea; encontrar medios para acelerar negocios con empresarios de Argentina, Brasil, Perú y Chile no solamente pensando en posibles ventas de gas (que se nos agota y que apenas alcanza para cubrir contratos con Brasil y Argentina) sino con miras a conseguir mercados para lo que debemos empeñarnos en producir. Es preciso salir de un cerco que nosotros mismos creamos; abandonar ideologías que están obsoletas y a nadie sirven; son precisas las negociaciones bilaterales para abrir mercados e incursionar en campos de la Unión Europea que nunca se tocó; por supuesto, no habría que desmerecer lo que pueda hacerse en países asiáticos, salvo China Popular que, prácticamente, podría decirse que ha copado el continente con operaciones económico-financieras de toda naturaleza.
No podemos ni debemos continuar con políticas aislacionistas que nos postergan; abrirlas es de mucha urgencia y, conjuntamente gobierno y empresa privada, actuar de consuno para suprimir el aislamiento.
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