El grave drama de los recintos carcelarios

Muchas veces, en los últimos cincuenta años, autoridades de todos los gobiernos han sostenido “la necesidad de terminar con el drama de las cárceles” que no respetan en lo más mínimo los derechos humanos tanto por las pésimas condiciones en que se encuentran las instalaciones como por la ninguna garantía para la salud y vida de los reos, al margen de pésimas condiciones de infraestructura que no respetan los derechos humanos.

Quienes viven alojados en las cárceles del país no sólo están privados de libertad sino sometidos a muchas torturas por las condiciones en que viven; por otro lado, quienes están al cuidado y vigilancia de los reclusos no tienen ninguna educación ni preparación en normas de respeto, caridad y consideración con las personas, porque el trato que dan a los reclusos es prácticamente de tortura. Por otra parte, la alimentación y disponibilidad de utensilios para la comida es de pésima calidad.

Otro grave problema que adquiere condiciones de dramatismos es la presencia de esposas e hijos de muchos reclusos, como si esos parientes deberían cumplir algo de la sentencia. En cárceles de todo el mundo, sin ser modelos, está prohibida la presencia de familiares en las celdas y sólo están permitidas las visitas semanales. Muchas autoridades han señalado que “se permite la presencia y hasta permanencia por días y semanas o meses de familiares, como una especie de condescendencia de las autoridades porque no tienen medios para vivir”. La explicación, dada como justificativo, resulta absurda, especialmente si se tiene en cuenta que muchos presos, privados de libertad por delitos de poca gravedad, tienen que compartir los recintos con criminales, ladrones, narcotraficantes, violadores y otros que han cometido delitos graves.

Cuando los medios de comunicación reclaman por la falta de cárceles o edificaciones especiales que cuenten con las condiciones de comodidad, higiene y otros aspectos muy importantes, se dice que la inexistencia de medios financieros impide la construcción de cárceles modelo. La mayoría de las cárceles del país cuentan con espacios suficientes para la construcción de nuevas áreas y, en casos, como el del Panóptico de La Paz que debe trasladarse a otro sitio. Muchas veces hubo propuestas para vender esos predios y construir infraestructura donde funcionen tiendas, supermercados, estacionamientos vehiculares y negocios subterráneos que generarían mucho dinero; así como instalar talleres especiales de carpintería, ebanistería, plomería, electricidad, etc., etc. en las cárceles del país, que permitan que muchos presos adquieran una profesión y, de esta manera, conseguir su reinserción en la sociedad contando con una profesión.

Los pretextos son múltiples para no construir nuevas cárceles y ello debe terminar, puesto que el país cuenta con dinero que se gasta dispendiosamente y no puede ser que no haya para construir lo que, hasta por razones de humanidad, precisan todos los departamentos del país.