Obviamente cada país es soberano para comprar energía (gas, electricidad, petróleo) de donde quiera. Circula la noticia acerca de que Argentina compra(rá) gas natural a Chile. Chile no tiene producción de gas en volúmenes que permita vender excedentes. Lo importa, también, desde el Asia.
Seguramente en Argentina están tomando previsiones para invierno (mucho consumo de electricidad mayo-agosto) y desplazar el consumo de combustible (diésel para electricidad) por gas para electricidad y bajar costes.
La prensa recoge la justificación de los altos funcionarios argentinos de Enarsa, presidente Hugo Balboa y director José María Zuliani, que indicaron que la compra a Chile era una opción conveniente y por tanto se la tuvo que tomar pese a las condiciones.
La prensa argentina dice, además, que Bolivia no está en condiciones técnicas de aumentar envíos: el contrato indica suministro de 19 Mmm3d (millón metro cúbico diario) y en mayo llegó apenas a 16 Mmm3d.
A Bolivia pagan 3,10 USD/MBTU (millar de unidades termales británicas). Pagan 4,50 USD promedio por MBTU a los barcos de LNG (cargueros de gas licuificado que llegan a terminales de regasificación argentina) y el gas que adquirirán de Chile tendrá un precio de 6,90 USD/MBTU y encima pagar por adelantado las operaciones porque en Chile, seguramente, aún desconfían del mal manejo de las finanzas argentinas, heredado de la época de Cristina Fernández. A Bolivia se le paga a mes vencido.
Aunque será una compra coyuntural (un trimestre) podría ampliarse.
Bolivia siempre estará allá lista para vender gas a sus vecinos, naturalmente también debe prever y alistar fuertísimas inversiones en exploración y producción y elevar su ratio producción/reservas. Para evitar fallar en el suministro. No hay cosa peor que la inseguridad energética.
La ausencia de políticas energéticas en Argentina -por diez años- obligan ahora, en este proceso de “reajuste” y “reordenamiento”, tanto de tarifas cuanto de fuentes de suministro, a realizar equilibrios en tanto reordenan su casa. La famosa “década ganada” de Argentina les está costando mucho dinero que hoy deben pagar al contado y por adelantado. Y ejemplos así todavía habrá muchos, en tanto se defina una nueva política energética en Argentina.
Muchos criticaron esta operación porque parece ser una “continuación del kirchnerismo”, pero la entendemos porque están en medio de un profundo desorden.
La sociedad argentina sabe que comprar gas a Chile es más caro de lo que sale importarlo desde Bolivia. Por ello urge nuevas alianzas y marcos de trabajo conjunto entre Bolivia-Argentina no sólo en gas, sino en electricidad (ya hay un par de proyectos, pero deben ser desarrollados).
Obviamente ambos países están en etapas en que deben re-definir sus políticas energéticas y ambos países, como el resto del continente, están obligados a generar procesos de integración y complementariedad comercial-energética. Una vez más hace sentido la importancia de tener una visión de largo plazo en energía. Tanto Bolivia como Argentina, ni hablar de Venezuela, están en medio de crisis. Crisis políticas, crisis de visión y de ordenamiento con planificación en su sector.
El autor es consultor del sector privado, síguelo en Twitter: @bguzqueda
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