Crisis política en Brasil
Brasilia.- El proceso que le puede costar el cargo a la presidenta Dilma Rousseff llegó ayer a estar suspendido, pero fue retomado tras una jornada de vértigo en la que el Gobierno brasileño jugó las últimas cartas en sus intentos por salvar a la mandataria.
“Sé que un recurso (contra el proceso) fue aceptado”, pero “pido cautela” porque “vivimos una coyuntura de mañas y artimañas”, dijo Rousseff en un acto con estudiantes y profesores al ser informada de una decisión que suspendía el proceso, recibida por vítores por los presentes.
La decisión había sido tomada por el presidente interino de la Cámara de Diputados, Waldir Maranhao, que en su primer acto en ese cargo tras sustituir a Eduardo Cunha, suspendido por el Supremo por alegada corrupción, aceptó una demanda de la Abogacía General del Estado, que defiende a Rousseff.
También informó que había pedido que el Senado devuelva el proceso a esa instancia, pese a que la Cámara Alta se aprestaba ya para realizar la votación definitiva sobre la posible apertura de un juicio político contra Rousseff.
La algarabía del oficialismo duró apenas unas horas, en las que se comprobó que Rousseff tenía razón al pedir cautela.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, convocó a una reunión urgente a los jefes de los partidos representados en esa cámara y se dirigió luego al pleno para rechazar la decisión de Maranhao.
“Es una decisión intempestiva”, que “no tiene ninguna cabida” en el proceso democrático y “no puede ser aceptada”, dijo Calheiros, al calificar de “extemporánea” la suspensión del proceso “cuando el Senado ya discute el asunto desde hace varias semanas”.
“Esta decisión, ahora, es totalmente intempestiva” y “no puede ser aceptada”, pues “no se puede aceptar que se juegue de ese modo con la democracia”, subrayó Calheiros. (EFE)
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